Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 26 de agosto de 2016

Sobre porteros

Durante mucho tiempo los porteros fueron cortos de estatura y de mucha torpeza cuando les tocaba jugar con los pies. Ni que decir tiene que las excepciones, que las hubo, estaban solicitadas por los grandes equipos. Pero insisto: no había mucho donde elegir.

La escasez de centímetros, en puesto tan específico como es el de guardameta, suponía una contrariedad para cualquier equipo a la hora de defender los balones por alto. Situación, además, que generaba la consiguiente desconfianza entre sus defensores. Conscientes éstos de que su compañero sería incapaz de salir de la portería aunque lo estuviesen azotando.

Es más: cuando decidían hacerlo, instados por las críticas o por la orden tajante de su entrenador, era peor el remedio que la enfermedad. Puesto que sus salidas terminaban casi siempre lesionando a un compañero y, muchas veces, con el balón alojado en el interior de su territorio. Debido a que salían de su espacio tan a destiempo como con los ojos cerrados.

Conviene recordar que hasta los años noventa, más o menos, existieron reglas que, además de servir para perder tiempo o bien evitar desenlaces del juego arriesgados, suponían ayudas de mucho valor para los cancerberos carentes de eficacia con los pies. Por no decir que eran unos auténticos negados en esas acciones. Y, claro está, todos ellos fueron yendo a menos.

Miento. Todos menos uno. Ese fue Iker Casillas. Hasta que llegó José Mourinho y lo puso en su sitio. Y los periodistas españoles no dudaron lo más mínimo en poner como chupa de dómine al entrenador portugués. A quien mucho me temo que sigan odiando hasta el fin de sus días. Aunque se haya demostrado que los porteros han de ser altos y tener además la capacidad de jugar lo mejor posible con los pies. Eso sí, tampoco conviene exigirles malabares improcedentes.

Sin embargo, nadie ha dicho lo más mínimo contra Guardiola por haber osado prescindir de los servicios de Joe Hart: portero inglés y acreditado en el fútbol mundial. Y, por si fuera poco, se ha hecho con los servicios de Claudio Bravo.

Pero hay más: Sergio Rico, que tantas ilusiones había despertado, hasta el punto de formar parte de los seleccionados por Vicente del Bosque, está pasándolas canutas con el estilo de juego implantado por el argentino Sampaoli. No sólo por los goles que está encajando sino, asimismo, porque no acaba de sentirse bien jugando con los pies a tiempo completo. Sobre todo cuando sus compañeros están domeñados por los nervios y por la cercanía de sus rivales.

El colmo a tantos despropósitos sería que Sampaoli decidiera pedirle a Ramón Rodríguez (Monchi), director deportivo del club hispalense, el fichaje de Hart (símbolo de los ingleses).  Porque éste cumple perfectamente con su manera de pensar acerca de cómo ha de mostrarse un guardameta moderno. De ocurrir así, sería la caraba. Para qué seguir.

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