Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

La Fundación Eduardo Gallardo cumplirá cinco años

Soy lo que me acontece, y lo que recuerdo de eso que me ha acontecido. Un desordenado almacén de evocaciones, reminiscencias y olvidos. Muchos de esos recuerdos que me confirman tienen que ver con mi adolescencia. Es más, a medida que voy creciendo en edad más se apodera de mí el deseo de mirar hacia atrás. De adentrarme en el túnel del tiempo para saber quién soy.

En ocasiones, cuando trato de ahondar en lejanos pasajes de mi vida, los recuerdos afluyen en tromba. Todos quieren salir a la par y a mí me toca ordenarlos. La vejez es devastadora. Si me miro al espejo me quedo tan satisfecho. Mas no viendo fotografías de tiempos remotos. Pero la memoria me mantiene en permanente estado de consolación.

Sí, la memoria, tan denostada cuando se presume de ella, es la que me ayuda a levantarme cada mañana entusiasmado y dispuesto a creerme que cumplir años es una bendición que otorga sapiencia, prudencia, sensatez, ecuanimidad... E intento tener a raya la irritabilidad e intolerancia, y procuro domeñar el recelo y el egoísmo que se les achacan a las personas metidas en años. Y sobre todo no le doy la menor oportunidad al misoneísmo.

Contra la memoria surge el Alzheimer. Con su enorme facilidad para borrar el pasado de quienes quedan atrapados en sus garras. Enfermedad terrible que está causando estragos. Hasta el punto de que se lo lleva todo. Tras afectar al cerebro, el Alzheimer domina la situación. Y termina arrebatándole la identidad a quienes lo sufren. Muchos son los desórdenes que causa...

No me extraña que cada nuevo caso que se diagnostica cambie la vida a una familia entera. A mí me consta -y ya lo dije en un anterior escrito al respecto- que muchas de las personas que asumen la responsabilidad de acompañar al paciente, la mayoría mujeres, acaban enfermas, debido a los altos niveles de estrés y ansiedad con los que viven durante todo el proceso de la enfermedad, que puede llegar a ser de muchos años.

Por tales motivos, no tengo más remedio que acordarme otra vez de la Fundación Eduardo Gallardo Salguero. Ese gran centro destinado a la prevención del padecimiento. El cual está a punto de cumplir un lustro. Parece que fue ayer cuando la FEG abrió sus puertas confiando la labor a un personal joven cuyo interés radica en saber cada vez más de una enfermedad que transforma a las personas.

A propósito, dado que dentro de nada cumplirá cinco años la Fundación, el hecho será celebrado como merece tan grande obra. Necesaria a todas luces en una ciudad que se distingue por su solidaridad. De momento, a mí sólo me cabe adelantar lo que será todo un acontecimiento.







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