Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 25 de febrero de 2017

Imágenes marineras


Nuestro alcalde, como muchos otros personajes nacidos a la vera del mar, se siente marinero en tierra y lo demuestra cada vez que abre la boca para dirigirse a los ciudadanos, echando mano de las muy socorridas imágenes marineras. En esta ocasión, sin embargo, ha recurrido a una que jamás le hubiera gustado tener que mencionar.

“El día que crea que mi condición de presidente fuera un perjuicio para Ceuta o su Gobierno presentaría mi dimisión, pero cuando vienen turbulencias lo peor que puede hacer el capitán es abandonar el barco y yo no lo voy a abandonar porque ni me faltan estímulos ni ganas para seguir”.

Y a mí me ha parecido que Juan Vivas ha estado muy acertado al manifestarse mediante esa tradición marinera. Con ella, a mi modo de ver, ha demostrado que el carácter es la virtud de los tiempos difíciles (Charles de Gaulle). Y es que cuando no sopla el viento, incluso la veleta tiene carácter

Nuestro alcalde es consciente de que ya han pasado los días de vinos y rosas de la política y de su política, por muchos y variados motivos. Y que ahora le tocará lidiar con muchísimas dificultades. Así que le espera Vía  Crucis, Calvario, el más difícil todavía. Pero no es menos cierto que sus muchos años en el cargo -si bien pueden propiciar pasajes de atoramiento- también otorgan conocimientos suficientes como para afrontar las complicaciones sin perder la compostura.

Si estuviésemos hablando en términos taurinos, diríamos que en situación tan delicada se impone el temple y la calma para afrontar con serenidad cuanto se ha ido sabiendo, y lo que se espera,  sobre el escándalo de las viviendas. Y a mí no me cabe la menor duda de que nuestro alcalde ha hecho ya acopio de suficiente fortaleza para no ser presa de aquellos aduladores que hasta se permitían airear, sin ningún tipo de pudor, que el aliento de Vivas olía a rosas y los pies a jazmín, y ahora no dudan en condenarlo al averno.

Juan Vivas, conviene decirlo, ha tenido la suerte de contar con dos mujeres que han demostrado que a la hora de cacarear nunca queda por gallos –como bien decía Margaret Thacher-, pero cuando hay que poner los huevos, ha  der ser la gallina la que haga el trabajo. Susana Román y Mohamed Rabea han sido las gallinas en una situación donde hay un gallo parapetado entre los suyos para no perder la cresta que ha venido luciendo hasta ahora. Y no hay por qué mencionar su nombre.


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