Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 3 de marzo de 2017

Almuerzo en El Mesón La Dehesa



Ayer almorcé con un amigo, que a su vez trajo a un amigo suyo, uno de esos hombres que caen bien a primera vista y hasta llegan al final de la sobremesa manteniendo el buen cartel ganado visualmente. Frisaba en los sesenta, elegante pero no cursi, casado y con dos hijos, buen conversador y disfrutando de una magnífica situación laboral en tierras de Salamanca.

Empezamos hablando de fútbol, y lo primero que se dejó decir, no sé si aleccionado por quien me lo había presentado, es que sería muy osado por su parte opinar al respecto teniendo al otro lado de la mesa a un perito en la materia. Lo miré fijamente y no me fue posible atisbar el menor asomo de fingimiento en sus palabras. Aunque, de no estar yo en lo cierto, siempre me quedará el consuelo de saber que nuestro invitado tuvo maneras.

El hecho es que AH ganó mi voluntad y así se lo dije inmediatamente. Es más, me permití expresarme de tal guisa: caerle bien o mal a una persona está siempre a tiro de cualquier nimiedad. De la misma manera que suele suceder que en poco tiempo uno pase de ser un dios a los que ahora les pareces una fiera…

A partir de ahí, la conversación se adentró por otros meandros. Y salió a relucir la importancia que tiene para futbolistas, artistas, políticos y cualesquiera personas pertenecientes a la vida pública contar con la influencia de una tendencia afectiva por parte de quienes escriben en periódicos y hablan en los medios audiovisuales y radiofónicos.

Nuestro invitado, el señor nacido en Salamanca, lo definió muy bien. Esa es una actitud que anida en todos nosotros y que nos lleva a exagerar los defectos de las personas que detestamos y a subliminar las cualidades de las que apreciamos. Y dijo más: esa forma de proceder tiene un nombre del cual no me acuerdo ahora mismo; pero esa postura, llevada a su máxima expresión, puede llegar a perturbar a quien la emplea de manera brusca y por sistema.

También hubo en sobremesa tan entretenida un recuerdo por parte de quien había organizado la comida, a los momentos que se están viviendo por mor de la corrupción…  Y tras decir que lo peor para los investigados es el juicio sumarísimo que hacen de ellos en mentideros y plazas públicas, cerró su intervención así: "Esta es una vida de manzanas, todas podridas, en la que incluso la más sana en apariencia guarda algún gusano".


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