Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Gerard Piqué no escarmienta

Debe estar convencido de que ser catalán le otorga poderes suficientes para sacar a pasear su lengua viperina contra el Madrid. A Gerard Piqué le pones un micrófono por delante y lo primero que se le viene a la cabeza es denigrar al Madrid. El color blanco lo tiene metido entre ceja y ceja hasta el punto de que peca continuamente de negligencia, rebosada de mala leche o de idiotez supina contra la entidad madridista.

GP está en su perfecto derecho de sentir tal inquina por el mejor equipo del mundo. Aunque no debería hacerlo aprovechándose de las actuaciones de la selección española. Máxime después de una victoria en Francia. Lo cual demuestra que este tipo es egoísta en la felicidad y no deja de serlo en el dolor.

Gerard Piqué es un extraordinario futbolista, enriquecido y que tiene buen porte. Y además está unido a una estrella del espectáculo, quien acumula pasta nada más abrir la boca o mover las caderas. Es pues un individuo tan afortunado que tendría que estar a todas horas hincado de hinojos y mirando hacia el infinito para dar las gracias por los dones que le han sido concedidos.

En cambio, disfruta largando ante los micrófonos. Como si su fama como futbolista no hubiera llegado ya hasta los confines del mundo. ¿Complejo de Messi o de Cristiano? Vaya usted a saber. A lo mejor es que la naturaleza de Piqué le pide encumbrarse de sabihondo ante los medios. Y, en vista de que está carente de sabiduría, se ve obligado a echar mano del único recurso que le permite salir del atolladero: meterse con el Madrid y con todos los madridistas que él decida.

Cierto es que Piqué hace ya mucho tiempo que evidenció malos comportamientos. Uno de ellos fue escupirle a un directivo de la selección española. Y todos los expedicionarios, incluidos los jugadores del Madrid, le rieron la gracia a mandíbula batiente. Luego humilló a un policía local; tal vez porque diera muestras de ser un charnego. Y todo quedó en agua de borrajas. Ya que sus compañeros, directivos y algunos periodistas dijeron que Piqué era muy bromista y un chico muy sano.

Pues bien, el chico sano, alto, famoso, rico y cuya compañera gana toda la pasta del mundo en cuanto abre la boca o mueve las caderas, la ha tomado con el Madrid y con los madridistas que están invitados al palco del Bernabéu. Y la única respuesta que ha tenido es la de Sergio Ramos. Poca cosa. Pues al de Camas, por muchos aires que se dé de capitán, le faltan tablas y fluidez de palabra para poner firme a un catalán que va de sabihondo. Y que tiene asumido que uno es más si sabe que lo miran y lo oyen cuando dice lo que le da la gana.

En cuanto a Julen Lopetegui, seleccionador nacional, conviene recordarle que bien está que los líderes no sean mandones, pero que carezcan de autoridad es una desgracia. En este caso, se me ocurre decirle al seleccionador que el comportamiento del jugador azulgrana rompe la armonía de la selección. Al menos, eso es lo que decían de José Mourinho.











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