Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 6 de marzo de 2017

La voluntad y el valor de las mujeres



Me dice una amiga con la que suelo hablar muy a menudo que escriba algo sobre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, también llamado el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el día 8 de marzo. Y le digo que no tengo el menor inconveniente en hacerlo ni tampoco en decir lo que dije el año anterior, más o menos.

Así que empiezo a repetirme: La diferencia que hay entre los hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los tratan bien. Por qué motivo… Esta  necesidad de valoración es muy clara: una mujer que tiene un mal marido es una víctima; un hombre que tiene una mala mujer es un ser lamentable. Y así lo reconocen  muchos hombres.

A partir de ahí yo estoy harto de oír a muchos hombres expresarse así: El mundo sin las mujeres no sería más que un caos. Incluso no se cortan lo más mínimo en reconocerles que tienen más capacidad de amor, de entrega, de generosidad, que el hombre. Cierto es que hay misóginos incorregibles, que siguen sin dar su brazo a torcer.  Conviene decirlo.

En cuanto a voluntad y valor sigo diciendo que las mujeres aventajan a los hombres. De modo que frente a las  situaciones penosas, a los conflictos afectivos, a las rivalidades personales, las mujeres zanjan, reaccionan, actúan. Los hombres solemos vacilar, huir, tergiversar. Tanto en el terreno conyugal como en el profesional. De ahí que ellas nos asombren con su determinación.

No pocas veces he oído decir que las mujeres son un poco brujas a hombres que han acabado por reconocer que envidian la capacidad de ellas para entender sin la menor dificultad los sentimientos de las personas que las rodean.  Debido a su olfato, sutileza, sexto sentido…

En lo tocante a la resistencia física, hace ya muchos años que se acabó el viejo mito de la Dama de las Camelias. Los hombres están convencidos de que las mujeres no son frágiles, sino más bien vigorosas, duras ante el dolor y dispuestas a enterrarlos a ellos. Esa energía del cuerpo femenino los confunde. ¿Cómo pueden -no dejan de preguntarse los varones- las mujeres trabajar de pie cuando esperan un hijo?

En fin, espero que mi amiga, mujer de fuerte carácter y reivindicadora sin solución de continuidad, me perdone si acaso no he estado a la altura que ella hubiera deseado.


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