Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 21 de junio de 2017

Cómo no, si no quieres caldo, tres tazas



Llamar a la Selección Española La Roja siempre me pareció una cursilería de tomo y lomo. Es más, dada la suerte que tuve de intimar con Luis Aragonés, dudo que fuera quien encontró semejante hallazgo. Pues Luis tenía de remilgado lo que yo de taxidermista. Así que nunca he asumido que la Selección sea nominada de tal manera. Pero el asunto es el siguiente: Cómo no, si no quieres caldo, tres tazas.

Pues ahora resulta que la Selección sub-21, repleta de extraordinarios jugadores, todos ellos pertenecientes a clubes destacados del fútbol patrio y extranjero, recibe el nombre de La Rojita. En este caso, además, la insoportable cursilería va cogida de la mano de un diminutivo que me enconcora todavía más. Dado que no hace sino empequeñecer y quitarle importancia, sin duda, a ese grupo de magníficos jugadores veintenarios.

Del partido que jugó ayer la Selección sub-21 de España  con la de Portugal, excelente adversaria, debo decir, cuanto antes, que la mejor opinión  del partido está  firmada por Santiago Segurola, en el Diario As, bajo el título siguiente: “Mucha pólvora y poco diseño”.  La cual he leído esta mañana. Y por estar de acuerdo con su autor, creo que debo recomendarla.

La Selección Española sub-21 es muy buena. Pero tampoco es menos cierto que el seleccionador debe ayudar a que sea mejor y nunca estar a expensas del talento de quienes la forman. Que Portugal hiciera uso y abuso del medio campo -zona vital, en la que se cuecen triunfos y derrotas-, durante muchos minutos del partido, debió ser cortado de raíz por Albert Celades. Pero éste daba muestras evidentes de sufrir obnubilación. Incapacidad de pensar con claridad para corregir lo que no funcionaba.

Lo que no funcionaba, a pesar de la calidad de los jugadores españoles, amén de su entrega constante, era la distribución de éstos en el césped. Marco Asensio, situado en la banda izquierda, hubo de correr constantemente detrás de Cancelo; lateral cuya misión principal es atacar más que defender. Porque así lo tienen previsto en su selección.

Semejante yerro, cada vez más acentuado, dado que Saúl, extraordinario futbolista, se mostraba remiso a la hora de ayudar a su compañero Yonny –lateral zurdo-, produjo desconcierto en el medio campo español y, por tanto, hizo posible que los portugueses tuvieran innumerables ocasiones para marcar gol. Menos mal que Kepa, sobrio y seguro en el juego por alto, como buen arquero vasco, lo impidió.

Pero hay más: Marcos  Llorente, cuya misión, como escudo de  la defensa, lo sitúa en el centro del centro del campo, con misiones concretas: una, oscilando  desde el centro de una línea horizontal, por delante de sus centrales, hacia los costados; y otra, un poco más adelantada, fluctuando  en perpendicular. Con el fin de recoger rechaces y salir al paso de cualquier  adversario infiltrado, o bien incrustándose entre sus centrales. Llorente no estuvo mal, de ningún modo; pero debe estar mejor. Por poseer muchas cualidades.

Los que sí me defraudaron, y también a Segurola, por lo que le he leído, fueron Meré y Vallejo. En realidad, estuve más pendiente de la actuación de Vallejo. Por ser jugador del Madrid y, cómo no, porque quería verle actuar en el lado izquierdo de la defensa. Demarcación en la que el Madrid necesita un zurdo urgentemente. Y me defraudó. Es derecho y lo pasa fatal cuando le buscan su lado ciego. Luego, así es el fútbol, ocurrió que fue elegido el jugador del partido.











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