Periodista, escritora y opinante profesional, cuando es entrevistada, lo
cual sucede muy a menudo, EB siempre destaca que al hacerse cargo de El
Faro de Ceuta con 23 años, se convirtió en la directora de periódico
más joven de España. Lo cual evidencia que ese hecho nunca ha dejado de
constituir un punto de referencia importante en su vida profesional.
Yo traté a
la joven –logroñesa- cuando la redacción del periódico decano estaba situada en
un edificio colindante con el Estadio Alfonso Murube. Pues era ella la
encargada de darle el visto bueno a mis colaboraciones. Elisa Beni era rubicunda, ojizarca y su cuerpo de veinteañera llamaba la atención.
De genio vivo y apasionada, EB se valía
muchísimas veces de los hechos consumados. Es decir, primero levantaba la voz,
sin venir a cuento, y luego procuraba enterarse del asunto discutido. Por tal comportamiento, achacable tanto a su
juventud como a no saber mandar –cosa difícil a cualquier edad-, mis
desencuentros con ella se sucedían sin solución de continuidad. Por lo que me
vi obligado a cambiar de periódico.
A
partir de ese momento, la directora de El Faro de Ceuta y
yo conseguimos hacer buenas migas. Y
cuando coincidíamos en un acto público, tertulia o cuchipanda, raro era que
el cotilleo no nos produjera satisfacción. Es más, yo le decía a ella que Robin Dunbar, profesor de antropología
del University College de Londres, aseguraba que el cotilleo es una actividad
universal a la que se entregan hasta las personas más serias y que se ejercita
hasta en los lugares más circunspectos.
A Elisa Beni, siempre hiperactiva y dispuesta a que los
dimes y diretes no decayeran en los corrillos, a los que era tan aficionada, le
agradaba sobremanera el chismorreo. Y mucho más cuando yo insistía en lo dicho
por el profesor inglés, Robin Dunbar:
que el cotilleo tiene propiedades curativas y también sirve para decir de
manera indirecta lo que no debemos ni podemos decir a tumba abierta. Lo cual no
deja de ser un arma de defensa por parte de quien la emplea.
Yo
recuerdo, y creo que Elisa Beni
también, la que se armó en el Hotela Parador La Muralla el día en que el ministro Corcuera visitó Ceuta -para, entre otras cosas, inaugurar el edificio del Cuerpo Nacional de Policía-, cuando salió a relucir la anécdota
correspondiente al Comisario Jefe de la
Policía Nacional de esta Ciudad. Un señor que, según él, había pasado antes de
venir a esta tierra, mucho miedo en el
País Vasco.
Pues
bien, aquel cotilleo, amén de causar hilaridad, sirvió para que el delegado del
Gobierno, entonces, decidiera intervenir de prisa. Y así cortar por lo
sano unas relaciones que estaban perjudicando el funcionamiento de la Comisaría. Eso sí, éstas estuvieron revestidas de un humorismo que hubieran causado las delicias de Miguel Mihura.
Nota:
valga esta columna para desearle a Pisa
mi corazón, título del último libro escrito por EB, toda la suerte habida y
por haber. Tanto en críticas como en ventas.
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