Camisas en los bajos del Revellín
Nada
más leer que La Real Federación Española de Fútbol pagó 36 millones en siete
años por unas camisetas para árbitros que no se usaban y que las prendas eran
de mala calidad y a cambio Villar y
Padrón se llevaban comisiones, según
el juez Santiago Pedraz, inmediatamente
me acordé de cuando yo denuncié un hecho similar -cambiando lo que haya de
cambiarse- en esta Ciudad. Estaban los ochenta a punto de extinguirse y yo era director de una Escuela de Fútbol
que nunca vio la luz y además supervisor de un organismo deportivo. El material
de este organismo se almacenaba en los bajos del edificio del Revellín. Y nada más descubrir el chanchullo se
me echaron encima como cuervos quienes participaban de aquel extraordinario
festín. No daré nombres. Puesto que en España sigue estando muy mal visto
hablar de los vivos y de los muertos. (Luis
Miguel Dominguín). Máxime si habían metido la mano en la caja.
Charla playera entre conocidos
La de hoy se ha basado sobre la presunta corrupción en el fútbol. Cuando lo que hubiéramos deseado es hablar de fichajes y de los partidos correspondientes a la Internacional
Champions Cups (2017). Encuentros que nada tienen de amistosos y que nos
permitirán ir sacando algunas conclusiones antes de que comiencen a disputarse los
títulos de verdad. Pero, desgraciadamente, lo que prima en estos momentos es
opinar de corrupción y de corruptos. Dado que lo exige la actualidad y desde luego el deseo evidente de que la justicia actúe… Por cierto: La justicia da
siempre mucho miedo. "La corrupción -dice uno de los componentes del corrillo
playero- no deja de ser la tentación fácil de los tiempos difíciles. Puesto que
trinca el de arriba, menos necesitado, ¿por qué no trincar todos?".
Conviene aclarar, comenta otro,
"que la corrupción no es siempre dinero; a veces implica privilegios,
sobornos morales y demás reciprocidades". Nada es tan contagioso como el
mal que desciende de unos dirigentes que deberían ser ejemplares, se me ocurre decir a mí.
Es el
centro de todos los comentarios de la Ciudad. Mentiría si dijera lo contrario.
No hay reunión en la cual no salga a relucir su nombre. Y, desde luego, hay
opiniones para todos los gustos. Yo mantengo mi aprecio por
Antonio García Gaona pero sigo sin
compartir su forma de proceder como presidente de la Federación de
Fútbol de Ceuta. Así se lo dije personalmente en bastantes ocasiones y lo escribí muchas más. Pero él decidió
seguir la línea de su predecesor. García Gaona dice no
estar investigado por “ningún delito de corrupción”. Y yo lo creo. Si bien ha asumido que
podría ser tachado de “administración desleal”. Lo cual sería motivo más que suficiente
para que pudiera ir preparando su adiós de una Federación de Fútbol que
necesita una bocanada de aire fresco. Una decisión que le vendría como anillo
al dedo al nuevo Consejero de Turismo y Deporte, Emilio Carreira. Puesto que,
tras los hechos ocurridos, se necesita savia nueva. Es ley de vida…
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