Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Conversaciones

Comida con familiares muy queridos, quienes acuden acompañados por sus hijos y sus nietos. Éstos, a medida que van tomando confianza, se dirigen a mí, por ser el pariente desconocido del que se les hablado muchas veces, para preguntarme sobre cuestiones relacionadas con mi vida. Uno de ellos, avispado él, desea saber si yo tengo estudios universitarios. Y le digo que no. Y, viéndole algo desconcertado, le hablo de mi bachillerato. Un Bachiller hecho en colegio de jesuitas y con profesores muy exigentes. Y le explico que en aquella época, a los diez años, en el examen de ingreso al Bachiller no podía cometerse más de tres faltas de ortografía, algo a lo que hoy no se le concede importancia, ni siquiera en la Universidad. Con esa base, y con la forma de ser de los autodidactos, he podido hacerme con una culturita que me permite hacer mis pinitos como escritor en periódicos. 

Mis primos quieren saber si durante mis muchos años como entrenador tuve problemas a la hora de cobrar. Y les dije que sí. Pero les conté algo que despertó el interés de ellos. Los presidente de clubes que tuvieron problemas con la Justicia, incluso algunos estuvieron en la cárcel, fueron los que cumplieron con lo estipulado en el contrato. Sin tener, por tanto, que recurrir a la denuncia colegiada. Los otros, los que se ufanaban de ser unos caballeros de tomo y lomo, hacían malabares para no soltar la pasta. Y, claro, mencioné sus nombres por si acaso los míos se topaban alguna vez con ellos. También salió a relucir el nombre de Zidane, cuando aún no se había jugado el partido en Wembley, frente al Tottenham, y dije que a ZZ le espera Viacrucis, calvario, el más difícil todavía. Debido a que el juego del Madrid, de momento, tiene más tonterías que un Mueble bar. Risas.

A veces pienso que Charles Darwin se equivocó y que en realidad hay hombres que descienden del cerdo. Quien así se expresa espera mi repuesta. Pero yo me voy por los cerros de Úbeda. Yo prefiero tratar con una persona malvada e inteligente, que siempre tendrá un día bueno para ponerse de acuerdo con ella. Los que me dan miedo son los tontos. Porque no suelen ser ni buenos ni agradecidos. A los tontos les encanta demostrar que mandan mucho. Es la actitud de una persona insegura y pueril. A veces, no pocas, uno se muerde los labios para no desatinar frente a tipos necios a nativitate. Pero hay tontos con balcones a la calle que incitan a que se pierda el oremus. Porque no entienden nada si no se les dice a gritos. Yo suelo ser generoso con los débiles. Con quienes están necesitados de ayudas. Jamás le he negado a nadie el favor que esté a mi alcance. Aunque hayamos disentido en ocasiones. Dicho queda.










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