Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 28 de marzo de 2018

El independentismo es una industria

Finalizaban los años sesenta y la España agraria se había convertido en una España urbana, relacionada con el exterior mediante el turismo o la emigración. Barcelona era una gran ciudad que yo visité muy a menudo durante el comienzo de los setenta y parte de los ochenta. Me encantaba alojarme en el Hotel Oriente. Establecimiento situado en La Rambla y cuyo atractivo residía en el barroquismo de sus instalaciones y en el excelente trato que los empleados dispensaban a los clientes.

Fue el jefe de recepción, precisamente, quien me recomendó una noche que fuera a cenar a Los Caracoles: restaurante que tenía su sede en el Barrio Gótico. Y, a partir de ese día, nunca dejé de frecuentarlo cada vez que me tocaba viajar a la Ciudad Condal. La última vez que estuve, recuerdo que se lo recomendé a unos amigos de Ceuta que salieron encantado del lugar. Pasear por Las Ramblas era para mí un disfrute del cual nunca me privé.

Tuve la suerte de hacerme con la amistad de amigos famosos en Barcelona. Quienes no dudaban en acudir a mi encuentro en cuanto se enteraban de mi llegada. Disfruté de lo lindo de las fiestas sabatinas que se daban en el enorme patio que acogía la recepción del hotel. Patrocinadas por comunidades vecinales. Las cuales eran siempre amenizadas por algún artista que empezaba a destacar. Allí vi actuar por primera vez a Manolo Escobar...

En Cataluña, sobre todo en Gerona y Lérida, solían ser charnegos los que daban la impresión de ser más catalanes que los nacidos allí. Aunque donde más se hacían notar era en las gradas de los campos de fútbol. Tal vez para demostrar lo agradecido que estaban por haber encontrado trabajo lejos de su tierra de nacimiento. Lo cual no quiere decir que fuera un comportamiento generalizado.

Mi representante futbolístico era catalán. Y un día del mes de junio de los años setenta me citó en  Barcelona para reunirnos con el presidente del equipo de fútbol de Andorra la Vieja. Un riquito que deseaba contratarme. Y durante la comida se habló de todo un poco. Y nunca olvidé lo que se dijo acerca del independentismo catalán por parte de uno de los comensales.

"El independentismo es una industria que siempre tiene vida en Cataluña; hay quien pugna por la independencia, hay quien coquetea con ella y hay quien está en contra; es una industria de la que, y contra la que, vive mucha gente; genera empleos y subvenciones, y llena de significado muchas vidas. Es un montaje sólido; cuya existencia depende, aunque parezca una contradicción, de no alcanzar el objetivo. Porque ¿qué pasaría con toda esta industria si se lograra la independencia?".

Pues bien, de la industria de los independentistas catalanes, y de los que les siguen el juego, estamos ya los españoles hasta los mismísimos.



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