Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 27 de abril de 2018

Juan Luis Aróstegui es inaccesible al desaliento


Hacía ya muchísimo tiempo que no le dedicaba unas líneas a Juan Luis Aróstegui en esta página. Tal vez porque en su momento me convencí de que no merecía la pena mencionarlo por su actividad política. Que es la única ocupación de su vida de la que yo he opinado en bastantes ocasiones. Pues nunca me preocupé de si merecía ser secretario general de Comisiones Obreras, ni tampoco si como profesor de Enseñanza Secundaria era celebrado por sus alumnos. Lo único que le recomendé un día  es que dejara de jugar al fútbol entre amigos porque su virilidad ponía en peligro la integridad física de todos ellos.

Mentiría si no dijera que mis relaciones con Juan Luis Aróstegui se rompieron el primer día en que yo empecé mi tarea como director de la Escuela de Fútbol del entonces llamado Instituto Municipal de Deportes. Aunque nuestras diferencias venían de atrás. De cuando él frecuentaba la noche y gustaba de molestar a los políticos de Alianza Popular en sus reuniones en el Pub Tokio. Y a mí me tocaba defender mi negocio con uñas y dientes. Aunque creo que hubo un tiempo en el cual por medio de alguien conocido de ambos echamos pelillos a la mar y hasta nos enfrascábamos en conversaciones futbolísticas. De las que él siempre terminaba poniendo la firma.

También hubo una época en la que su comportamiento no encajaba con su formación. Y yo me vi obligado a llamarle la atención por defender a terceras personas que con el paso del tiempo llegaron a intimar con quien desde hace años no ha dejado de ser el principal dirigente de la coalición Caballas.  Yo no cruzo una palabra con Aróstegui desde hace la friolera de treinta años. Aunque he seguido con suma atención sus movimientos políticos y sus deseos de ser alcalde.

Y en mi fuero interno reconozco que el señor Aróstegui es inaccesible al desaliento. Otro en su lugar, debido a los fracasos electorales obtenidos, se habría olvidado de semejante deseo. Por más que su experiencia política y su conocimiento de la Casa Grande (Ayuntamiento) le permitan sentirse poderoso en la trastienda y ser el centro de atención en las sesiones plenarias y en todos los medios de comunicación. Incluso me consta que no pocos empresarios tienen magníficas relaciones con él


Pues bien, hoy, leyendo un artículo de Juan Luis Aróstegui, bajo el título de El alma reconvertida, me he llevado una sorpresa morrocotuda. Porque he llegado a la conclusión de que el diputado, sindicalista y profesor ha tenido ya su camino de Damasco. Y me explico: yo creía haberle oído hablar en algún momento de su ateísmo. Sin embargo, en el artículo ya reseñado, donde hace defensa a ultranza de los menores extranjeros, cita dos veces a Dios para ablandarnos el corazón.

El hecho es bueno para el espíritu de Arostegui. Ahora le toca recetarse una medicina llamada presente. La medicina del minuto. Para no caer enfermo de futuro. Y así quitarse de la cabeza la idea de que aún está a tiempo de ser alcalde de Ceuta. Un deseo legítimo pero que bien sabe él que los ciudadanos nuncan lo han querido votar y éstos no cambian de parecer porque sí. Mas su voluntad inquebrantable por ser la primera autoridad de esta tierra debería ser premiada, sin duda alguna, con un obelisco en la Gran Vía. En cuanto concluyan las obras.






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