Luis Manuel de Juan

De tarde en tarde me cruzo con él por la calle.  Hoy ha sido uno de esos días en que Luis Manuel de Juan, Luisma para los amigos, y quien escribe nos hemos saludado una vez más con la misma alegría que lo hacíamos siempre al llegar a la redacción de El Faro de Ceuta en los años 90. Siendo él redactor-jefe del periódico decano.

Aún recuerdo lo que solía decir antes de comenzar la tarea: "Lo primero que hay que asumir, antes de empezar a escribir en un periódico, es que es imprescindible no tener faltas de ortografía". A partir de ese momento Luisma estaba ya dispuesto a colaborar con quienes solicitaran su ayuda. Tipo cordial, alegre, culto, y enamorado del amor. Buen compañero.

Licenciado en periodismo, Luis Manuel de Juan no se cortaba lo más mínimo en decirnos que no tenía vocación de periodista. Que siempre había querido estudiar medicina. Pero el hombre propone... Aunque él supo aceptar los hechos, pero no olvidarlos. Y tan pronto como pudo empezó a laborar en otro tajo. Donde lleva ya la tira de tiempo.

Muchas veces, debido a que yo había tenido la suerte de entrevistar a Jaime Campmany, le decía a Luis Manuel que estaba de acuerdo con la opinión que JC me había dado de los periodistas. "Los periodistas escribimos de todo aquello que no entendemos. Cuando un periodista escribe de lo que entiende se convierte en un especialista, y deja de ser un divulgador, es decir, un periodista propiamente dicho, y se convierte en un profesor que escribe en los periódicos".

Cuando, como ha sucedido hoy, yo coincido en la calle con Luis Manuel de Juan, Luisma para los amigos, y nos saludamos con el mismo afecto que surgió en sitio tan complicado como es una redacción de periódico, me viene a la memoria lo que también decía Jaime Campmany acerca de escribir en los periódicos.

"Escribir en los periódicos es ser Sísifo. Todos los días levanta uno su piedra; esa piedra que uno cree que es su luz, carga con ella y la sube hasta una columna del periódico. Por la noche, la piedra de luz ya es lástima vana, ha perdido la pompa y la alegría que tuvo, si es que la tuvo, y cae de nuevo en el fondo del barranco del tiempo". 

Nunca me extrañó, pues, que mi estimado amigo, Luis Manuel de Juan, carente de vocación periodística, entonces, y me imagino que esa inclinación no habrá cambiado, dijera adiós a una profesión que consiste en la habilidad de vencer el desafío de llenar el espacio. Lo cual no resulta tarea fácil