Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 31 de mayo de 2018

Zidane dice adiós al Madrid

Dicen, quienes lo saben todo a toro pasado, que era un secreto a voces el adiós de Zidane al Madrid. A mí, en cambio, no se me había pasado por la cabeza semejante renuncia del entrenador francés. No obstante, reconozco que su decisión ha sido acertada. No sólo por el cansancio mental que genera la profesión de entrenador en cualquier equipo, sino porque ese desgaste es inconmesurable en el club más laureado del mundo. 

En el Madrid, verdad incuestionable, una temporada para un entrenador supone una eternidad. Y qué decir de casi tres; tiempo que ha permanecido ZZ en el banquillo merengue: pues una triple eternidad de responsabilidades, de toma de decisiones y de críticas que van mermando la capacidad de concentración y generando cambios en su carácter. Y los entrenadores cuando se avinagran en el trato diario con los jugadores, empiezan a perder la confianza de la plantilla.

ZZ ha sido capaz, esta temporada, de mantener la calma y hasta de ponerle buena cara al mal tiempo. Tratando por todos los medios de lidiar de la mejor manera posible esa tortura que para los entrenadores supone las conferencias de prensa tras la conclusión de los partidos. Una de ellas, sin duda alguna, fue la que hubo de soportar el día en que su equipo fue eliminado por el Leganés en la Copa del Rey. Día aciago para él.

Fue así, debido a que los jóvenes jugadores, reunidos en una alineación improvisada, no dieron la talla. Tal vez convencidos de que jugar bien no les era suficiente para desbancar en esos momentos a Kroos, Modric, Ramos, Marcelo o Benzema, quienes estaban rindiendo muy por debajo de sus posibilidades. Situación nada ajena al entrenador. Pero complicada, muy complicada, para afrontarla con probabilidades de éxito.

Zinedine Zidane, como cualquier entrenador con las ideas claras, es consciente de que su discurso es ya harto conocido por la plantilla. Amén de que todos sus componentes se saben de memoria lo que va a hacer en cada momento. Y se adocenan. Cuando ello ocurre, tras tres temporadas en el cargo, son los jerarcas del grupo quienes se van arrogando facultades que no les corresponden. Y no dudan en hacer la guerra por su cuenta.

Zidane, que ha sido cocinero antes que fraile, ha contado con su prudencia y su sonrisa como armas imprescindibles de un trabajo a tan alto nivel futbolístico. Pero sabe perfectamente que los hechos no dejan de existir porque se les ignore (Aldous Huxley). Y, claro es, ha decidido decirle adiós al Madrid. Porque, de haber continuado, estaría obligado a despedir a varios jugadores que están sumamente convencidos de ser quienes han de figurar en todo momento como estrellas principalísimas del espectáculo. Y por ahí no quiere pasar. Prueba evidente de que le rige bien la cabeza.





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