Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 20 de agosto de 2018

Nadar contra la corriente

Hoy he llegado a la playa de El Chorrillo una hora antes de lo que es habitual en mí. Y me he encontrado más solo que la una y con las aguas a merced de una levantera que invitaba a darse el piro cuanto antes. Pero decidí quedarme como si fuera un calco de Robinson Crusoe y hasta me atreví a bracear contra la corriente como esos peces que nadan -así- río arriba para acaparar todo el oxígeno posible.

La parte buena de cumplir muchos años es que uno valora la fragilidad de todo. Por eso creo que en algún momento aquilaté la auténtica debilidad de mi miedo y le dije: anda, ya está bien, no insistas, no te quiero conmigo. No me des más la lata, estás impidiéndome respirar a mis anchas, sal de aquí, déjame disfrutar de este momento.

El miedo, no sé quién lo dijo, siempre es un estorbo. Basta con una sacudida del cerebro. Y la corona de cuervos se va. No queda ni rastro. La pusilanimidad era para Dante un pecado tan desdeñable que decidió colocar a sus reos en un rincón aparte del infierno; aislados, incluso de los demás condenados, y de los que el poeta respetaba al menos el valor ejercido sin cobardía. Y su libre albedrío.

Una vez fuera del agua, y mientras dejaba que mi vista, ya arrasada, se perdiera en el infinito, no pude evitar reconocer que estaba ya cansado de respirar anhidrido carbónico en lugar de oxígeno, de un fétido exhalado por la clase política más corrupta, inmoral y anquilosada que haya tenido acaso la sala de máquinas de la democracia desde 1979. Y que nos está llevando a la ruina y al odio entre españoles. Algo que flota en el aire y que se percibe paladinamente. 

Por lo tanto, creo que con el tiempo mereceremos no tener gobierno. Como bien decia Jorge Luis Borges de los argentinos. "Creo que el gobierno que mejor gobierna es el que menos gobierna". Suelen gritar a voz en cuello los comediantes estadounidenses. Los políticos, mientras tanto, sálvense quienes puedan, siempre tienen a mano la puñalada hipócrita. Y los hay, claro es, que son especialistas en el manejo de la daga santurrona.

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