Por lo visto en San Mamés he llegado ya a la conclusión de que Sergio Ramos es jugador-entrenador. Tarea que en su momento asumieron Juan Carlos Lorenzo, César, Cayetano Ré, Ventura Martínez y otros profesionales del deporte rey. De no ser así, sería impensable que Julen Lopetegui le hubiera permitido cometer tantos desatinos al Gran Capitán. Eso sí, al alimón con su amigo Marcelo.
El entrenador del Athletic, Eduardo Berizo, sabedor de que Ramos y Marcelo juegan con una suficiencia rayana en la indisciplina más absoluta, ordenó atacar por el lado de ellos con velocidad y con superioridad númerica. Y la respuesta de la pareja fue sumarse al ataque a lo loco y eludir sus cometidos como defensas que son. En el gol logrado por Muniain, en la primera parte, tanto Marcelo como Ramos estaban todavía en campo contrario.
Pues bien, Lopetegui, en vez de corregir semejante desmadre, les dejó que buscaran redimir sus errores por la via del anarquismo futbolístico. Por si acaso sonaba la flauta. Varane, mientras tanto, tenía que soportar todo el peso de la defensa a pie firme. Solo ante el peligro que le llegaba en oleadas. Dado que Carvajal también estaba en misa y repicando. Así que la imagen del Madrid era calamitosa.
Falto de organización el equipo, sin ideas y sin seguridad defensiva, Bale, Benzema y Modric fueron desapareciendo de la escena. Ceballos, deseoso de agradar, corría como un poseso, pero sin ton ni son. Sólo Kroos y Marco Asensio daban muestras evidentes de poder cambiar el sino del partido en cualquier momento. El empate llegó en la segunda parte gracias a un buen pase del jugador alemán a Bale y el centro de éste lo remató Isco -que acababa de salir- de cabeza y a placer.
La salida al campo de Casemiro ayudó a Toni Kroos. Pero los errores defensivos se seguían produciendo. Pues Ramos continuaba jugando como a él le parecía bien. Lejos de su zona para demostrar que está sobrado como futbolista. Hoy, en San Mamés, Ramos y Marcelo han metido la pata hasta el corvejón. Y no es la primera vez. Julen Lopetegui les está permitiendo lo indecible. Y puede ser que su dejadez le cueste cara. El Madrid ha jugado pésimamente.
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