Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 4 de noviembre de 2018

A la suerte hay que ayudarla


Cuando se me llamaba para remediar los males de un equipo clasificado en los últimos lugares de la tabla, al que todos daban por hecho que estaba ya condenado al descenso, yo acudía presuroso al afrontamiento de ese reto. No sólo por el estímulo que me proporcionaba la aventura, sino también por llevarles la contraria a quienes me recordaban que la empresa no dejaba de ser una locura.

Pues bien, a pesar de oír tantos consejos negativos de amigos, conocidos y familiares, con el único deseo de hacerme renunciar al ofrecimiento envenenado, no dudaba en incorporarme al tajo con el convencimiento de que el milagro se obraría. Y lo primero que hacía, tras conocer que en los mentideros futbolísticos de la ciudad se habían hecho ya a la idea de que al equipo no lo salvaba nadie, no tenía el menor inconveniente en manifestarme así: además de salvarnos, nada extraño será que quedemos entre los cinco primeros.

Tengo conocimiento de que una de aquellas consideradas baladronadas, en su momento, sigue todavía enmarcada y colgada en el Bar-Restaurante Juanito de Ibiza. Situado en la Avenida Vara del Rey. Recuerdo que el primer equipo que nos visitaba era el Villarreal. Y les dije a mis jugadores lo siguiente: si ganamos este partido, aunque sea con la ayuda de la suerte, tengan la certeza de que las victorias se irán sucediendo.

Tras haber visto jugar a la S D Ibiza, tres días antes, pude observar que, de entre todos los males que aquejaban al equipo, el portero era el principal. Así que frente al Villarreal le di la oportunidad a un guardameta cedido de prisa y corriendo por el Real Mallorca, llamado Alfonso García; y a fe que éste, que llevaba mucho tiempo sin jugar, además de hacerlo bien, tuvo toda la potra habida y por haber.

Nada más terminar el partido, el guardameta que había sido titular hasta mi llegada, cundió entre la plantilla, sobre la que tenía ascendencia, que el tal García había tenido la suerte del quebrado. En un primer momento decidí pasar por alto sus despectivas murmuraciones. Pero, debido a su insistencia, no dudé en recordarle, ante sus compañeros, que la ausencia de mala suerte, amén del trabajo diario, era el único remedio para que se cumplieran los objetivos proclamados por mí. Y que él, según deduje, estaba gafado.

La S D Ibiza ganó, ganó y ganó casi todos los partidos. Frente a rivales como Barcelona Atlético, Gerona, Mestalla, San Andrés, Villarreal, Lérida, Levante, Alcoyano, Onteniente... Y a punto estuvo el equipo ibicenco de situarse entre los dos primeros. Cierto es que el azar nos sonrió en ocasiones. Pero esa carencia de mala suerte nos cogió siempre trabajando. Perseverando en cada sesión de entrenamiento en lo que más nos convenía practicar para obtener los puntos en juego.

Claro que tener fortuna es de vital importancia en todo cuanto se emprenda en esta vida. Verdad que no necesita demostración. Aunque como la inspiración, insisto, ha de cogernos trabajando. Del Madrid  dijimos que ayer tuvo mucha potra. Y los madridistas debemos sentirnos satisfechos de que así sucediera. Ahora le toca a Solari corregir los muchos errores crónicos que han llevado al equipo a dar tumbos. Y el primero de ellos es poner orden en la defensa. Cuyos centrales dan grima.







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