Se escribe para ser leído. Y quien diga lo contrario miente. Dado que a un escritor sin lectores se le pone el careto como al famoso don Quintín, el amargao. Y a fe que los hay. Cuando uno logra tener muchos seguidores (aun no creyendo conveniente, por razones que no vienen al caso reseñar, concederles el derecho a adentrarse en este espacio para opinar), no resulta extraño ser parado en la calle por quienes desean intercambiar impresiones sobre cualquier parecer publicado.
Hoy, por ejemplo, un conocido de vista porque frecuenta por las mañanas la Avenida de Martínez Catena, decide abordarme. Y, tras los saludos de rigor, confiesa ser seguidor de este blog. "Sepa usted que le leo todos los días. Y que, en bastantes ocasiones, he estado a punto de preguntarle por sus ideas políticas. Pero en todas ellas me he contenido. Consciente de que podría tacharme de atrevido o imprudente, a pesar de declararme lector suyo".
Lo primero que hago es darle las gracias por leerme cada día. Y, seguidamente, le digo que yo no tengo ideas políticas. Aun habiéndome leído al respecto todo lo habido y por haber. Incluso los dos tomos de Jean Touchard: Historia de las ideas políticas. Eso sí, me muerdo la lengua, durante varios segundos, para no decirle a qué suelen oler las ideas de marras. Y, naturalmente, que me repatean los políticos. Aun sabiendo que en el régimen democrático son necesarios.
-¿Entonces?... -pregunta sorprendido mi conocido.
Mire usted -le digo-, lo que hago es ponerme de parte del político que, en un momento determinado, propone algo que sea bueno para los españoles. Lo cual no deja de ser como encontrar un mirlo blanco. Poco bagaje, créame, para quienes han dado en la manía de llamarse servidores públicos. Sin el menor pudor. Puesto que mienten a cada paso. Y lo hacen hasta cuando no tienen necesidad de contarnos el cuento del alfajor. Alegando que la mentira necesita ser entrenada para mantenerla en forma.
-¿Cree usted que Vox es un partido tan peligroso como nos vienen diciendo socialistas y comunistas?
El problema de Vox es que defiende la unidad de España. En tiempos donde priman las voces de independentistas y comunistas. Algo similar ocurrió en 1933. Cuando el voto femenino hizo triunfar a las candidaturas de las derechas. O sea, a la CEDA. Entonces, también las izquierdas arengaron a los suyos para que se manifestaran en las calles contra toda posibilidad de facismo. Pasándose las urnas por las partes húmedas.
-¿Tantos comunistas hay en España?
Cierto es que las calles se llenan de jóvenes enardecidos por Pablo Iglesias. Con el fin de que éstos muestren su rebeldía cuando a él le conviene. Actitud que no deja de ser peligrosa. Al líder de Podemos le encanta esa labor. Como asimismo dar mítines a cualquier hora y en cualquier sitio. Y hasta puede que esté ilusionado con llegar a La Moncloa para que los españoles vuelvan a hacer cola con la cartilla de racionamiento por delante. Y que puedan comer dos veces al día.
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