Alguien debería decirle a nuestro alcalde que lleva ya mucho tiempo remedando al monaguillo protagonista del cuento que recuerda don José Ortega y Gasset en uno de sus ensayos, titulado Democracia morbosa. Aquel monaguillo no sabía su papel, y a cuanto decía el oficiante, según la liturgia, respondía: "¡Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento!". Hasta que, harto de la insistencia, el sacerdote se volvió y le dijo: ¡Hijo mío, eso es muy bueno; pero no viene al caso!
Eso no viene al caso dicen entre bastidores cada vez que Juan Vivas destaca en Madrid la especialidad de Ceuta: "El orgullo de ser unos buenos españoles". Y se queda tan pancho. En esta ocasión, es decir en la Convención del Partido Popular, recientemente celebrada, ha ido más lejos nuestro insigne monaguillo: "No podemos presumir de quesos, ni podemos presumir de vinos, pero podemos presumir de buenos españoles".
Ser buenos españoles es la marca que vende nuestro alcalde en la capital del reino. Parece mentira que, tras 18 años en el cargo, su imaginación no haya dado nada más que para alardear de algo que ha de mostrarse en situaciones donde haya que dar la talla. Con tales expresiones, gastadas, vulgares, triviales, o sea, tópicos, no conseguirá el señor Vivas que los problemas de la frontera sean subsanados. A propósito, tanta españolidad preconizada, no le valió para que su partido hiciera más de lo que hizo en algo de enorme interés para los ceutíes.
Nuestro alcalde sigue sin percatarse de que cuanto más se vaya jactando, poco más o menos, de que el centro de la españolidad radica en Ceuta, mayores serán las inquinas que susciten sus palabras en otros lugares donde ser español -y buen español- está tan bien asumido como para no tener que andar propalándolo como una cualidad especial. En Andalucía, verbigracia, al señor Vivas, debido a ese discurso permanente, ya le habrían motejado de 'jartible'.
Tampoco conviene echar en saco roto la manía que ha cogido nuestro alcalde en hablar en jerga deportiva. En su caso, fútbolística. Si se le pregunta por algo que se habla en la calle, responde que ello queda en la intimidad del vestuario. Si se trata de las elecciones, por ejemplo, no duda en decir que ese partido lo va a ganar. De Madrid ha venido, según él, con las pilas cargadas. Y, cuando se le ha preguntado por su forma de ser en la vida, nunca ha negado que el actúa como Iniesta; eludiendo el cuerpo a cuerpo, porque sus condiciones no son para fajarse...
En fin, que lleva razón quien bien lo conoce, por llevar muchos años a su vera, cuando dice que Vivas no cambiará nunca su forma de proceder. Por estar convencido de que es la ideal para engatusar a la gente. El problema, sin embargo, es que la gente va aprendiendo y, aunque tarda mucho en reaccionar, acaba por aborrecer a lo que antes estimaba. Aunque seguirán siendo fieles a tanta mediocridad, sin duda alguna, cuantos estén chupando del bote de la 'Casa Grande'.
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