Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 5 de febrero de 2019

Tocar las narices

Mucho he tratado yo con políticos de toda clase y condición desde que se instauró la democracia. Pero siempre procuré guardar las distancias con ellos. A pesar de que los hubo que nunca me dieron  motivos para adoptar semejante prevención. A unos los traté en la península y a otros en Ceuta. Sería absurdo no reconocer mi amistad con Mohamed Chaib. Pero ésta se había generado ya en los albores de 1980. Cuando MCH sólo era conocido por ser un acérrimo defensor de la Agrupación Deportiva Ceuta.

De Salvadora Mateos, Ory para los amigos, siempre tuve la mejor impresión. Y hasta pude comprobar cómo se desvivía por las personas que acudían a ella pidiéndole ayuda. Muchas mañanas, cuando yo salía a caminar y ella se dirigía a impartir clase en su colegio, nos cruzábamos por los járdines de la Argentina y cumplíamos con los saludos de rigor. Mas un día sucedió que la señora Mateos desvió la mirada, como haciéndose la longui, síntoma evidente de que estaba molesta conmigo. Y a partir de ese momento no dejó de fruncir el ceño cada vez que coincidíamos.

Lejos estaba yo de pensar que Salvadora Mateos estaba predestinada a ser delegada del Gobierno de esta ciudad. Así que su nombramiento me sorprendió tanto como satisfacción me produjo. Y así lo conté en Aires de Ceuta. Pues bien, cuando se van a cumplir nueve meses del hecho, la delegada del Gobierno, a la chita callando, parece ser que está dando la talla en un cargo donde muchos otros ya se habían quemado antes de jurarlo. Lo cual no deja de ser una noticia agradable.

Sobre todo para quienes han visto mejorado el problema de la frontera, en lo tocante al paso de mercancías. Si bien, sinceridad obliga, yo hablo por boca de ganso. Aunque tampoco es moco de pavo que la delegada del Gobierno haya decidido hacerse con el Plan de Empleo. Decisión que le ha costado las críticas soterradas de nuestro alcalde. A las que Salvadora Mateos, Ory para los amigos, respondió a media vuelta de manivela: "Yo tengo buen talante, pero también salto si me tocan las narices". Y, claro, se ha ganado un ¡ole! de maestrante.

Tocar las narices es una locución que se le aplica a las personas molestas y que importunan a cada paso. Verbigracia: este alcalde no para de tocarme las narices y, como siga por ese camino, se va enterar de lo que vale un peine. Y el alcalde, convencido del valor que tienen las mujeres, se ha visto obligado a salir a la palestra para decirnos que él nunca le ha tocado las narices a nadie. Y en la plaza se ha hecho el silencio que suele imperar, ante faenas de aliño, en la Maestranza de Sevilla.

Y ha sido así, porque Juan Vivas está convencido de que, aunque lleve 18 años en el cargo, jamás le ha tocado las narices a nadie. Ni ha tomado decisiones a sabiendas de que ponía entre las cuerdas a cualquier tipo que no le bailara el agua. Nuestro alcalde, una vez más, se ha retratado como político de maneras suaves, bizantino, gris y plano. A quien no se le ve venir, pues es muy dado a ocultar sus intenciones. Una de sus mejores armas políticas.













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