Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 19 de abril de 2019

Recordando a Francisco Lesmes


Tras mencionar ayer a Francisco Lesmes, conocido futbolísticamente como Lesmes I, un amigo de la niñez me llamó inmediatamente para decirme que aún conserva la colección completa de cromos de grandes jugadores de aquella época, años cincuenta, en las que aparece el gran jugador ceutí, afincado en Valladolid. Y me invita a emitir mi parecer sobre el gran zaguero vallisoletano. 

Era -le digo- una figura en el equipo pucelano, junto a su hermano Rafael, y además gozaba del mismo prestigio que Antúnez, Parra y otros centrales de enorme valía. Cuando se hablaba de Matito y de Lesmes II salía siempre a relucir que la calidad de Paco estaba por encima de la de ellos. Aunque nunca recibió el premio de ser traspasado a un grande; concretamente, al Real Madrid: donde sí jugó su hermano.

De Lesmes I supe yo a través de futbolistas como Saso, Benegas, Tini... Todos procedentes del equipo vallisoletano y compañeros de Paz -extraordinario futbolista- en el Córdoba de finales de los cincuenta. Y hasta me hice a la idea del carácter que tenía uno de los ídolos fútbolisticos de mi niñez. Pasaron los años y en la temporada 74-75, siendo yo entrenador del Real Mallorca, acudímos a Zorrilla para enfrentarnos a un Real Valladolid dirigido por un técnico alemán: Rudi Gutendorf.

El partido enfrentaba a dos equipos que luchaban denodadamente por evitar el descenso de categoría. Aquel Valladolid contaba con jugadores como Docal, Landaburu, Lizarralde, Álvarez, Llacer, Astrain, Amarillo... Y bien pronto logró dos goles. Nuestra reacción se produjo en la segunda parte y el encuentro terminó en empate. Fue entonces cuando Paco Lesmes, empleado del club, acompañado por el delegado del Valladolid, se acercó a mí para felicitarme por cómo había hecho reaccionar a mi equipo.

Pasaron los años, y Paco y yo nos volvimos a ver en Ceuta. Así que lo entrevisté tanto en el periódico como en una televisión local. Hablaba de su Valladolid con pasión. Lagrimeaba recordando pasajes de su adolescencia en Ceuta y mostraba una amabilidad de gigante. Se reía a mandíbula batiente cuando yo le refería su fama de jugador duro... Y se subía los pantalones hasta las rodillas para enseñarme las huellas que le habían dejado las lesiones.

Entre bromas y veras le pregunté si él había sido mejo jugador que Lesmes II. Y con gran sinceridad, reconociendo lo que tenía que reconocer, no dudó en responderme que en su sitio no había deseado parecerse a nadie...  Mi amigo, tras escucharme atentamente, me dice que a veces conviene recordar a quienes se fueron a ese lugar del cual nunca se vuelve. O sea.


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