Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 2 de junio de 2019

El morbo de las corridas de toros


Se intuye, se sabe que te va a coger, pero te pones. Hay días en los que compensa que te coja el toro. Hay momentos de riesgo en los que se busca la muerte: no todo es cortar orejas y rabos. En la fiesta hay un setenta y cinco por ciento de morbo, repartido entre los espectadores y el torero, cuando se llega a pensar que la muerte te está rondando. Al público no le gusta ver desgracias, pero sí tener cerca la muerte. (Vicente Ruiz, el Soro, en Cambio 16, 1987)

De un tiempo acá, una parte de España se ha puesto en contra de la Fiesta Nacional por antonomasia. Y no duda en abominar contra los toreros y contra cuantos siguen defendiendo la tauromaquia, argumentando razones convincentes. Tanto de orden cultural como ecológico y económico. Pero el problema se ha enquistado porque hay políticos que han encontrado un caladero de votos entre quienes están dispuestos a darle matarile a un espectáculo donde los actores se juegan la vida... 

Válgame el introito para contarles lo siguiente: El 24 de mayo, hace escasos días, se publicó la siguiente noticia:  Antonio Ferrera ha sido rescatado del río Guadiana con síntomas de hipotermia y un ataque de ansiedad. Personas cercanas a Ferrera dijeron que la caída no había sido accidental, sino que se había arrojado a las aguas desde un puente de altura considerable. El diestro quedó ingresado en el Hospital Universitario de Badajoz.

El afamado matador de toros tuvo la suerte de salvarse por la inmediata intervención del servicio de bomberos, avisado por transeúntes que pasaban por el lugar -a las siete y media de la mañana- y vieron lo ocurrido. A partir de ahí comenzaron las conjeturas en relación con el suceso. Los periodistas se acordaron de lo que dicen los libros de estilo de la profesión. El periodista deberá ser especialmente prudente con las informaciones relativas a suicidios.

En primer lugar, porque no siempre la apariencia coincide con la realidad; y también porque la psicología ha comprobado que estas noticias incitan a quitarse la vida a personas que ya eran propensas al suicidio y que sienten en ese momento un estímulo de imitación. Los suicidios deberán publicarse solamente cuando se trate de personas de relevancia o supongan un hecho social de interés general. En este caso, los profesionales de la pluma optaron por el silencio.

Antonio Ferrera, castigado por los toros duramente, es un torero excelente, conocedor de todas las suertes del toreo y siempre dispuesto a fantasear. La primera regla, por tanto, para crear imágenes, no sólo oportunas, sino eficaces, consiste en no pretender usar demasiadas. Pues la imaginación, para que no se desboque, debe ser contenida, educada, y, si es preciso, mortificada. Ayer -en Las Ventas del Espíritu Santo- tuve la suerte de ver al mejor Ferrera. Y no han sido pocas las veces que lo he visto.

AF estuvo genial. Y el público de Madrid, colmado de morbo por lo ocurrido en el Guadiana, fechas atrás, celebró jubilosamente las dos faenas realizadas por el torero nacido en Ibiza y residente en Extremadura. Y la pregunta sigue flotando en el ambiente: ¿cómo es posible que hace ocho o nueve días el maestro Ferrera tuviera la cabeza repleta de malos vientos y, de repente, esa misma cabeza estuviera -ayer- atracada de lucidez para obtener tan grande triunfo? Cosas de la mente. Y de los miedos. No al toro... Que también. Sino a las heridas del alma










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