Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 21 de junio de 2019

Estímulos de la memoria


Suele suceder que la memoria se aviva en ocasiones escuchando una canción, leyendo un recorte de periódico del año de la nana, que uno descubre haciendo limpieza de cajones; o en una conversación donde sale a relucir cualquier hecho que llevaba ya la tira de tiempo ocupando un espacio en la buhardilla de los olvidos. Y así podría ir enumerando estímulos capaces de obrar el milagro de recordar situaciones vividas como si se hubieran producido recientemente.

El fichaje de Marcos Llorente por el Atlético de Madrid ha propiciado que se hable mucho de su abuelo: Ramón Moreno Grosso. Más conocido como Grosso. Y a mí, con una celeridad pasmosa, su nombre me ha trasladado a Cuenca. Corría la temporada 1963-64. En la ciudad había un ambiente futbolístico extraordinario. Yo formaba parte del primer equipo de esa tierra. Tan fría como acogedora. De modo que en el campo de la Fuensanta si te parabas corrías el riego de convertirte en una estatua de hielo. 

El grupo castellano-manchego estaba formado por equipos como Plus Ultra, Rayo Vallecano, Guadalajara, Leganés, Toledo, Talavera, Leganés, Ávila, Segoviana, Getafe... El cinco de enero de 1964, cito de memoria, el Plus Ultra era nuestro rival. El Estadio municipal de La Fuensanta estaba abarrotado. Incluso no cabía un alfiler en la llamada grada de la pulmonía. 

El filial del Madrid era un equipazo. Si bien destacaban dos jugadores por encima de los demás. Monroy -medio volante de considerable estatura, inmejorable condición física y técnicamente bueno. Y sobre todo Grosso. Delantero centro con regate, desmarques, velocidad y gol. En nuestro equipo había dos jugadores formidables. Eran hermanos. Nacidos en Badajoz.  Y conocidos como Baez I y Baez II

El árbitro de aquel partido se llamaba Antonio Camacho. Procedía del colegio castellano y había sido portero muy destacado en equipos como el Cacereño, Xerez, Club Deportivo, San Fernando, Atlético de Madrid, Leganés... La carrera de Camacho, como árbitro, fue meteórica. Carrera que se fue a pique cuando se enfrentó a José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros. Mi amistad con AC comenzó en Madrid. Año 1960. Pues ambos formábamos parte de una tertulia en 'Casa El Bibi'. Y también de la correspondiente al Bar Club. Frente a los billares del pasaje de la Victoria.

El partido Unión Balompédica Conquense-Plus Ultra acabó con empate a cero. Y Grosso, que fue cedido esa semana al Atlético de Madrid, debutó el 12 de enero con el equipo rojiblanco. Es decir, que pasó en pocos días de jugar en Tercera División (categoría donde los equipos eran tan fuertes como rudimentarios eran los medios con los que contaban. Pues los terrenos de juego eran de tierra y casi siempre estaban duros como el perdernal o embarrados) a verse en el Metropolitano como titular ante el Murcia. Marcando un gol de chilena cuando el partido expiraba y los rojiblanco se veían amenazados por el descenso. 

Grosso, tras su breve y exitoso paso por el Atlético, regresó al Madrid. Y, en vista del vacío que había dejado la baja de Alfredo Di Stefáno, se vio obligado a convertirse en delantero falso o flotante, cuando lo que había sido hasta entonces era un delantero de área. Con el fin de que el sistema táctico del conjunto blanco, que tan buenos resultados le había dado a Miguel Muñoz, no se resintiera.  Y a fe que el abuelo de Marcos Llorente lo hizo de maravilla.

La clave fue que ejerció su cometido con sus cualidades. Que no eran, precisamente, las que atesoraba la 'Saeta Rubia'. Prueba evidente de que Grosso era un futbolista inteligente. Y no un correcaminos como decían los más listos de la clase periodística. Aunque tampoco está  de más que haga la siguiente aclaración: RG, desconfiando a veces de su poca precisión en los pases, debido a la velocidad que los jugadores de aquel Madrid se movían,  en ocasiones recurría a la conducción del balón para ponerlo a los pies del compañero.  Y, claro, hubo quien lo tildó de cartero...  






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.