Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 20 de julio de 2019

Conversación en la playa


Hoy es el mejor día de playa desde que empezó el verano. El calor aprieta de lo lindo. Pero la temperatura del agua es la ideal. Son palabras de la persona con la que coincido casi todos los días en la playa de la Ribera. Es la entradilla de la conversación que se avecina entre dos militantes de la edad provecta.

Mi interlocutor me dice que en sus recuerdos hay ya muchas lagunas. Y, claro, quiere saber cómo me las apaño yo para mantener tan buena memoria. Y no dudo en decirle que a mí también me afecta la desmemoria cuando menos lo espero. Y, metidos ya en la faena de recordar, me pregunta cuándo se produjo mi llegada a Ceuta.

-Fue el Dieciocho de Julio de 1982. Era domingo. Llegué en el primer barco y me alojé en el Hotel La Muralla. Establecimiento en el cual imperaba el silencio y prevalecía la luminosidad. Cuando estaba deshaciendo la maleta, me dijeron desde recepción que en la cafetería me estaba esperando Guillermo Romero: secretario técnico de la Agrupación Deportiva Ceuta. Era un tipo humilde y siempre dispuesto a colaborar en cuanto se le pidiera.

El restaurante del hotel estaba repleto. Pero Eduardo Hernández Lobillo, a quien conocía de mis viajes a Ceuta como entrenador de otros equipos, me ofreció sentarme a su mesa. Estaba acompañado por una de sus hijas. A Eduardo Hernández le encontré cierto parecido con Clark Gable. Frisaba en los cincuenta. Nuestras amistad duró hasta el día en el cual le visité cuando estaba ya a punto de irse a ese lugar del cual nunca se vuelve.

-¿Me puedes decir de qué se hablaba entonces en el famoso Rincón del Muralla?

-Se hablaba de cómo la selección española de fútbol había sido eliminada del Campeonato Mundial de Fútbol,  al perder por 2-1 frente a la República Federal Alemana, en partido de cuartos de final disputado en el Santiago Bernabéu. A la selección ni siquiera le valió la clásica ayuda arbitral que reciben siempre los anfitriones de un campeonato de esa trascendencia. Y de política... Saltándose sus tertulios a la torera lo escrito en una placa que rezaba así: "Aquí se viene a beber. Bronca nunca tener. De política ni hablar. Y antes de irse pagar".

Nada más llegar, Eduardo Hernández se encargó de irme presentando a las personas que en aquella época sobresalían en la ciudad. El primero fue Juan Alba: tipo con buena facha y que había ganado fama de enamoradizo. Pronto conocí a José Zapico, Carlos Chocrón y Martín... Recuerdo que, cuando julio estaba dando las boqueadas, todos ellos criticaron la falta de representación civil que hubo en el hospital Militar, días antes, ante el cadáver del soldado Cueto. Cuyo fallecimiento se había producido en acto de servicio: es decir, conduciendo un vehículo militar para apagar un fuego en una zona poblada de árboles y matorrales.

En lo tocante a lo que me preguntas acerca de cómo eran los directivos de la Agrupación Deportiva Ceuta de aquella época, te diré que merecen mención espacial los siguientes: Arjanda Walbuanda Lalvani, Salvador Díaz y mi siempre recordado Antonio Fernández Muñoz. Trabajar con ellos fue un placer. El resto de la conversación, por razones obvias, no debe salir a la luz.












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