Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 30 de agosto de 2019

Don Eduardo Gallardo Salguero, el amigo


Hoy, 30 de agosto, familiares y amigos, muchos, hemos dicho adiós por última vez a don Eduardo Gallardo Salguero. En rigor, nuestro amigo llevaba ya varios años separado de nosotros por causa de una cruel enfermedad. Mis relaciones con él fueron cortas pero suficientes para conocer a un hombre muy educado, buen conversador, moderado en su decir, y sobre todo amigo de sus amigos.

Aún recuerdo el día en que Eduardo Gallardo Salguero llamó mi atención cuando nos cruzamos por la calle para decirme que era lector de cuanto yo escribía, Y, además, me invitó a pasar a su despacho para enseñarme la cantidad de artículos escritos por mí que tenía encarpetados. Con él daba gusto charlar...

A partir de ese momento, mi querido amigo, con su acostumbrada delicadeza, no dudó en pronunciarse acerca de mis columnas. Y yo aceptaba sus sugerencias con muy buen talante. Como no podía ser de otra manera. Y así transcurrieron nuestras magníficas relaciones hasta que un mal día el Alzheimer se hizo presente en su vida y nunca más disfruté de unos intercambios de impresiones con una persona a quien estimaba muchísimo.  

Aunque fue entonces, debido a esa circunstancia desafortunada, cuando traté con más asiduidad a su hijos: Alberto y Eduardo. Con quienes pronto hice buenas migas. Y a quienes les dije que mi amistad con su padre se había producido de un modo natural, sin estridencias, en un proceso engrasado por la cordialidad y el don de gentes, notas que definían a su progenitor. Amén de la fe que había depositado en la Virgen de África

Don Eduardo Gallardo Salguero se nos ha muerto. Se nos había muerto en realidad hace ya varios años. Cuando dejó de conocernos. Con su muerte, me he dado cuenta de cómo han pasado los años por encima de sus amigos. Pero yo quiero ver en esta fecha tan señalada de su muerte un signo confortador; un símbolo de la esperanza cristiana que nuestro querido don Eduardo siempre alimentó. Descanse en paz.


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