El romanticismo de Marcelo Bielsa

Juan Daniel Pascual -fallecido en septiembre de 2010- fue delegado del Mallorca en una época en la que la economía del club era caótica y quien escribe aconsejaba -como entrenador- a los futbolistas que desistieran de convertir los vestuarios en vivienda para que los aficionados supieran sus desventuras. Mi recomendación era que las penurias debían soportarse de puertas para adentro. Nuestro delegado era un tipo accesible y siempre dispuesto a ayudarnos en la medida de sus posibilidades.

Juan Daniel Pascual (exárbitro de fútbol y que gozaba de muy buena situación económica por ser empleado bancario y distribuidor en Palma del Vega Sicilia), cuando estalló el escándalo de  la posible venta del -Mallorca-Mestalla-, me dijo, con el fin de que yo no tirara de la manta para salvar a uno de mis jugadores. A quien se le había ocurrido denunciar el hecho, dos días antes del encuentro, sin tener pruebas suficientes.

-En tiempo de hipocresía, Manolo, cualquier sinceridad parece cinismo. Así que, como amigo,  te sugiero que no saques la cara por nadie. Recuerda que tienes otro año de contrato y que los aficionados saben perfectamente los esfuerzos que estás haciendo para que los problemas del club no se reflejen en el terreno de juego. Y sobre todo no olvides que ahondar en ese tema podría ser contraproducente para tu carrera como técnico. Mi amigo acertó plenamente.

Pablo Porta era a la sazón presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Amén de ser el enemigo que se había buscado José María García para que su programa nocturno alcanzara cuotas de audiencias inconcebibles. Hasta el punto de que en España muchas mujeres se quejaban amargamente de que el conocido por el sobrenombre de El Butanito había hecho posible que sus maridos se aislaran de ellas en todos los sentidos.

Pablo Porta, cuando se demostró que la corrupción había imperado en ese partido, lo primero que hizo es comunicarle a los medios mi destacada intervención para que la verdad saliera a relucir. Pero, inmediatamente, me llamó para decirme lo contrario: "Si te hubieras callado, muy pronto habrías sido entrenador de Primera División. Porque cualidades te sobran". Ahora te será difícil hacerlo incluso en las categorías inferiores". De José María García prefiero no decir ni pío.

El pretexto de sacar a colación lo contado, ha sido la concesión de El premio The Best FIFA (2019) a Marcelo Bielsa. Porque siendo entrenador del Leeds le pidió a sus jugadores que se dejaran marcar un gol por parte de los del Aston Villa, debido a que éstos habian encajado el primero cuando uno de sus futbolistas estaba tendido sobre el césped y no echaron el balón fuera del terreno de juego. Y yo me pregunto: ¿no es el árbitro, en estos casos, el encargado de parar el partido?... ¿Dejarse meter un gol sin oponer la menor resistencia es legal?...

A mí la acción de Marcelo Bielsa, con el debido respeto, me sigue pareciendo un acto de romanticismo. Una exposición, por lo tanto, de cómo desea él que se le reconozca: sentimental, delicado, sensiblero, tierno... Y está en su derecho de hacerlo. Máxime cuando vivimos rodeados del insulto, pero tambien del elogio amañado. El cual es tanto como una mentira solapada en forma de tomadura de pelo. 

Aunque algo hemos adelantado: hace la friolera de treinta y cuatro años, más o menos, denunciar un caso de corrupción en el fútbol, el primero que se conocía en España -siendo su dinero incautado por la Policía-, sirvió para demostrar cómo el dirigente de la RFEF, entonces, pensaba de manera bien distinta cuando hablaba en público que cuando lo hacía en privado. Era un dirigente revestido de oro por fuera y de plomo por dentro. 

Eso sí, tengo la certeza de que todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo (créanme que no me acuerdo del autor de la sentencia).