Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 11 de octubre de 2019

El periodismo es una pasión


Pío Baroja, en El Árbol de la ciencia, nos habla de Andrés; personaje a quien cree víctima de quienes defienden a ultranza la idea de que el periodismo no es una pasión, sino una ciencia. Algo que se adquiere canónicamente en algunas de esas facultades por las que no pasaron muchos que yacen enterrados en los cementerios o prematuramente confinados en los divanes de centros adecuados. Pero que permanecen inmortales en los anales de la profesión y en el corazón de la gente.

Este país, sigue diciendo el autor del libro, le tiene ojeriza al autodidacto. Y hace cuanto puede para librarse de él porque nos cuesta admitir que haya enseñanzas que sólo son útiles si se tiene la suerte de olvidarlas. Los que tienen carné creen que los que no lo tienen solo valen para escribir el pedido de un bar. Esos que tanto me recuerdan a los maridos que aburren a las mujeres por culpa de que no hacen en la cama nada que no hayan leído antes en la "Vida conyugal sana".

Lo denunciado por el escritor guipuzcoano no ha perdido un ápice de actualidad. Debido a que son cada vez más los periodistas titulados que no encuentran trabajo y no dudan en arremeter contra quienes no han pasado por la Universidad y, sin embargo, se llevan a los lectores de calle. Debido a que saben seducirlos. Porque tienen el don de agradar e incluso despertar interés suficiente como para que se produzca el debate a cada paso.

Yo llegué tarde al periodismo. Pero accedí a él con tanta pasión como deseos de aprender. Conté historias con la brevedad que exige el medio. Recorrí las calles de la ciudad a la búsqueda de la noticia y decidí entrevistar a todo lo que se movía. Teniendo siempre en mente la hora del cierre. Pues el tiempo transcurría con una celeridad agobiante. No cabe la menor duda de que mis lecturas y mi bachiller hicieron posibles que pudiera jubilarme en el periódico decano.

El editor del periódico decano, justo es reconocerlo, me ofreció la oportunidad de obtener el título por el procedimiento que ya estaba dando las boqueadas: presentación de la nómina y trabajos realizados. Y le dije que no. Que a mí el título no me interesaba. Que prefería ser autodidacto. Con los defectos y virtudes que tenemos los que aprendemos por sí mismo. Y así logré jubilarme en una profesión a la cual, insisto, llegué tarde. Y en la que me acostumbré a coleccionar enemigos.

Lo de coleccionar enemigos es una verdad como un templo. Recuerden lo que decía Larra acerca del escribir en España... Y lo acepto. Pues es prueba evidente de que hice bien mi trabajo. Aunque me gustaría saber si prima la inteligencia entre quienes me tienen ojeriza. De no ser así, nada de lo hecho valdría la pena.







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