Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 29 de octubre de 2019

La barba de Pablo Casado


Alguien dijo, fechas atrás, que a Pablo Casado le iba bien porque se había alejado de la sobreactuación de su debut. Esa que le llevaba, nada más ver un micrófono, a competir en la liga de  Santiago Abascal. Y que sus más cercanos celebraban esa vuelta del presidente del Partido Popular a su estado político natural... El cual es centrista y cordial. Y añadía el propalador, de tan buena nueva para los populares, el acierto que había tenido el candidato a la presidencia al dejarse una barba adulta que le imprimía carácter progresista. 

Cuando se habla de progresismo, inmediatamente me acuerdo de lo que decía al respecto el cachondo de Luis Díez Jiménez: autor del Diccionario del español eurogilipuertas. "Progresista: generalmente lo es todo el mundo, pues nadie quiere volver a la lavativa y a la sangría, pero curiosamente ahora sólo los que llevan barbas se creen en posesión de la verdad".

El talante nunca ha dejado de ser una cosa muy importante en la identificación política. El derechista de la transición era de rostro pálido, sonriente, a veces guapo, y bien educado. El izquierdista, en cambio, era moreno, iracundo, crispado, bajo de estatura, a veces con los ojos azules, mal trajeado y soñador. Cierto es que nunca hubo regla sin excepción.

El cambio se fue produciendo a medida que la izquierda llegaba al Parlamento, a los gobiernos autónomos, a los ayuntamientos, a la empresa pública y al poder.  Hasta el punto de que derechistas e izquierdistas se confundían unos y otros en los lugares relevantes de la sociedad. Hecho que solía llamar la atención de Emilio Romero

Las barbas de Pablo Casado salieron a escena nada más ganar la selección española de baloncesto el Mundial en China. Convencido, tal vez, el líder de los populares que un hombre barbudo causa respeto allá donde vaya. Prueba evidente de que muchos jugadores de la NBA la usan con el fin de aparentar un poderío que amilane a sus rivales. Verdad es que tampoco desdeñan los tatuajes. Aunque creo que pinturas tan de piratas le hubieran caído al señor Casado como un vestido de torear a un tío nacido en Wisconsin. 

De todo ello hablo con una amiga, siempre interesada en cuestiones relacionadas con la política. La cual, tras escucharme atentamente, emite su parecer: "Mira, Manolo, Adolfo Suárez y Felipe González, al margen de sus aciertos políticos, destacaban por ser hombres atractivos. El primero era todo un especialista en  repartir abrazos y en reír de manera excepcional. El segundo seducía por su aspecto agitanado y por parecerse a El Puma. De González decían que era un izquierdista que levantaba el puño sin ira.  Adolfo y Felipe se llevaron de calle el voto de las mujeres.

Pues bien, sigue hablando mi amiga, en estos momentos, tres de los cinco candidatos a la presidencia del Gobierno destacan porque son más que bien parecidos. Entre amigas, cuando hablamos al respecto, coincidimos en que el ganador de las comparaciones es Pedro Sánchez. Y lo hace con una ventaja manifiesta en relación con sus otros dos oponentes: Pablo Casado y Albert Rivera. Quienes ya no saben lo que hacer para disputarle el cetro de guapo nacional al presidente en funciones.

-¿Y qué me quieres decir con eso...?

Pues que la mujer que le haya recomendado a Pablo Casado que se deje la barba, lo que ha dejado entrever es que está convencida de que el tirón que tiene Pedro Sánchez entre las féminas es muy superior al de Casado. Lo cual se puede reflejar en las urnas. Y pensó que lo mejor era que éste compitiera con toda la barba. Es decir, como un hombre hecho y derecho. Y, al parecer, le está dando buenos resultados. Eso sí, mantener una barba en perfectas condiciones debe costar lo indecible 

 




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