Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 20 de enero de 2020

El Barça de Setién


Sé perfectamente que el número de lectores de este blog mengua cuando opino del Barcelona y aumenta cuando emito mi parecer sobre el Madrid. Nunca he negado que soy madridista. Pero jamás le regalo ditirambos inmerecidos. Hasta el punto de que muchísimas personas ponen en duda mis simpatías por el equipo blanco. Así que del Barça escribo menos. A pesar de lo reseñado, mentiría si no dijera que, desde hace tiempo, he venido insistiendo en que el conjunto azulgrana defendía mal en general y su mediocentro -Sergio Busquets- en particular.  

Ernesto Valverde trató de corregir tales defectos aminorando los pases cortos y horizontales para evitar la pérdida de balones en zonas peligrosas y asimismo llegar a la portería contraria antes de que los rivales hubieran tenido tiempo de parapetarse. Incluso reforzó el centro del campo con Arturo Vidal, a fin  de que los partidos no se convirtieran en un rondo como el que ayer vimos frente al Granada. Donde hubo momentos en los que la incertidumbre del resultado evitó que brotaran los bostezos y también las cabezadas

El despido de Valverde me pareció inexplicable. Puesto que la situación del equipo era inmejorable en todas las competiciones. Aunque yo intuía que el malestar de los mandamases del Barça iba aumentando a medida que el técnico extremeño iba prescindiendo de Sergio Busquets. Uno de los preciados estandartes del club, sin duda alguna; aunque cada vez menos apto para ser ese escudo de la defensa que su equipo viene pidiendo a gritos.

Lo cual aprovechó alguien para deslizar 'entre bastidores' que ese problema se cortaba de raíz contratando a Quique Setién. Técnico capaz de resucitar el añejo tiquitaca: estilo de juego nacido en La Masía e inscrito por el club en las oficinas de patentes mundiales de estilos futbolísticos. Lo primero que hizo el técnico cántabro, nada más tomar posesión de su cargo, es propagar que lo único que él prometía es que el Barcelona iba a jugar bien... Declaraciones tan absurdas como inoportunas. Por cuestiones obvias.

Frente al Granada hubo comentaristas de televisión predispuestos a cantar las excelencias del juego augurado por el técnico debutante. Y a medida que avanzaba el encuentro no se atrevían a decirnos que el partido era soporífero. Que el Barcelona necesitó más de mil pases para disparar a puerta tres o cuatro veces. Y que los cambios tácticos consistieron en liberar a Busquets de correr hacia atrás, permitiéndole desenvolverse en un parcelita reservada para él. También nos percatamos de que si un lateral se sumaba al ataque el otro se quedaba en su sitio. Una disposición más antigua que el arroz con leche. Y, ante la ausencia de Suárez, darle a Messi la misión de delantero centro falso o flotante.

Por último, los visitantes estuvieron a punto de adelantarse en el marcador. Y jugaron con diez durante los momentos trascendentales del partido por mor de una expulsión que no procedía. Y Messi, como es habitual, logró el tanto que derrotaba a un Granada que puso en evidencia el estilo de juego tan añorado por quienes miran al pasado con nostalgia.

El sábado juega el Barcelona en Mestalla. Y, aunque el Valencia no esté pasando por su mejor momento, mucho me temo que Busquets -pieza principal del tiquitaca, estilo innegociable para Quique Setién- no tendrá más remedio que ayudar a sus centrales cuando su equipo sea dominado. De no ser así, seguramente el entrenador cántabro haría muy bien en encomendarse a cualquier santo de su devoción para que Messi haga lo que suele hacer casi siempre: resolver los partidos con su estilo de estrella incomparable. 


















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