El Manchester City, considerado junto al Barcelona como el equipo que enarbola la bandera de la posesión, demostró en el Bernabéu que a Guardiola no se le caen los anillos porque su portero, Ederson, sacara de puerta con balones largos durante toda la primera parte. Lo cual no tengo duda que era orden del entrenador catalán para evitar la presión del Madrid y de paso impedir que los centrocampistas del conjunto blanco entraran en juego. Decisión acertada y que evidencia que todos los estilos son válidos cuando se practican bien.
El Madrid, en cambio, trataba por todos los medios de mantener la pelota. Pero la posesión no le proporcionaba ocasiones de gol. Miento: Vinicius tuvo una muy clara... De esas que suele fallar. Aunque el brasileño, conviene decirlo, era lo más peligroso que tenía su equipo a la hora de atacar. El MC capeó el temporal como buenamente pudo; es decir, jugando un fútbol directo. Pelotazos a los que acudía Gabriel Jesús mientras que Bernardo Silva merodeaba siempre muy cerca de Sergio Ramos para distraer su atención. Y los ingleses tuvieron sus oportunidades. Oportunidades que desbarató Courtois.
En la segunda parte, a raíz del gol de Isco, tras una gran jugada de Vinicius, el Manchester City lo pasó mal. Si bien es cierto que sus contragolpes por el lado de Carvajal daban miedo. Y, tras lo cambios realizados, por Zidane, llegó el despiste de Ramos en el marcaje a Gabriel Jesús y éste batió a Courtois. Seis minutos más tarde, Carvajal, en noche aciaga, derribó a Sterling dentro del área. El penalti lo lanzó Kevin de Bruyne. Y marcó el segundo tanto. Por cierto, De Bruyne campó en el césped por sus respetos.
La expulsión de Ramos, siempre preocupado por hacerse notar y por tanto olvidándose de sus deberes defensivos, la aprovechó Jorge Valdano para decirnos que el Madrid perdía para el partido de vuelta a su líder espiritual. Expresión tan romántica como cachondeable si no fuera porque la derrota del Madrid supone un tremendo varapalo para un equipo que puede, si no se produce un milagro, quedarse de aquí a nada sin opciones de ganar ni la Champions ni La Liga Santander. Ojalá que no sea así.
La expulsión de Ramos, siempre preocupado por hacerse notar y por tanto olvidándose de sus deberes defensivos, la aprovechó Jorge Valdano para decirnos que el Madrid perdía para el partido de vuelta a su líder espiritual. Expresión tan romántica como cachondeable si no fuera porque la derrota del Madrid supone un tremendo varapalo para un equipo que puede, si no se produce un milagro, quedarse de aquí a nada sin opciones de ganar ni la Champions ni La Liga Santander. Ojalá que no sea así.
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