Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 27 de marzo de 2020

Escrito de interés puramente anecdótico


Ayer, cuando escribía sobre los años sesenta, me vinieron a la memoria las varias temporadas que jugué en el Grupo X de la Tercera División. Compuesto por equipos Castellanos-Manchegos. Una Tercera División en la que participaban clubs de mucha solera y que hacían posible que los campos se pusieran a tente bonete, como dicen los cordobeses. Es decir, llenos hasta la bandera. Así que he decidido contar algunos hechos que viví con satisfacción. Eso sí, dejando muchas otros en la alacena de mi memoria. Sin que renuncie a sacarlos de su ostracismo cuando lo crea conveniente.

En el verano de 1963, Juan José Borrachero, presidente del Plus Ultra, me preguntó si quería jugar con su club el conocido Trofeo de la Casera. El cual se celebraba entre equipos de Madrid, una vez terminada la Liga, con fines económicos y para probar jugadores antes de contratarlos. Algo normal en aquella época. Recuerdo que el entrenador era Luis Casas Pasarín. Mi primer partido lo jugué en el campo de la Ciudad Lineal.

Cuando el presidente del Plus Ultra se dirigió a mí para contratarme, yo ya había fichado por la U B Conquense. Y Zamorano, que era a la sazón el entrenador del conjunto manchego, dijo que nones. Que yo me quedaba en Cuenca. Club que había contratado jugadores excelentes para ver si así llenaba el Estadio de la Fuensanta. Considerado entonces un extraordinario complejo deportivo. Aunque soplaba un aire glaciar.

El Plus Ultra visitó la Fuensanta el primer domingo de enero. Lideraba el grupo y había marcado 79 goles. Trece de ellos los había logrado Ramón Grosso -cedido por el Madrid- en 15 partidos. El encuentro fue dirigido por Antonio Camacho. Quien hizo una carrera meteórica como árbitro. Ascendiendo en escaso tiempo a Primera División. El gol que nos dio la victoria lo marcó Baez II. Y el triunfo que obtuvimos se basó en impedirle a Monroy, centrocampista extraordinario, que surtiera de balones a Grosso y a Ibarra; extremo veloz y con una zurda de oro.

Ese fue el último partido que Grosso jugó en el Plus Ultra. Puesto que el 12 de enero de 1964, tras haberlo cedido el Madrid, días antes, a un Atlético que estaba al borde del descenso, debutó con el equipo colchonero frente al Murcia. Marcando de chilena cuando el partido estaba empatado a uno y apenas quedaban escasos minutos para que el árbitro indicara su final.  
 



   

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