Palabras perdidas

Gabriel Junquera y Peral, amigo desde hace bastantes años y lector de este blog, me dice que hace ya mucho tiempo que no le doy vida a vocablos que habitan en el cementerio de las palabras perdidas. Así que le dedico varias de ellas.

Chisgarabís. Se aplica a persona informal y entremetida.

Sopón. Sin más recursos que la caridad.

Belenes. Líos, barullos... A ella le gustan los belenes.

Befa. Burla grosera hecha con insulto.

Planto. Lloro con gemidos y sollozos. Te haré unas lindas coplas de planto.

Bernardinas. Embustes, mentiras.

Murria. Abatimiento, melancolía.

Dengues. Melindres consistentes en afectar males o disgustos.

Trujamán. Persona experimentada que aconsejaba a otras en negocios e interviene como mediador en tratos de compra y ventas.

Zarco. De color azul claro. Ella era ojizarca

Cosario. Recadero, persona que lleva encargos de una población a otra.

Tolondrón. Chinchón, bulto que se hace en el cuerpo a consecuencia de un golpe.

Pinturero. Se aplica a persona que va bien arreglada y presume.

Taimado. Hipócrita.

Sinecura. Cargo o empleo provechoso de poco trabajo.

Terne. Obstinado, gallardo.

Jaque. Bravucón, fanfarrón.

El gatera, de gato; familiarmente, hombre zagaz y astuto.

Peje. Hombre astuto, desaprensivo y hábil.

Diquela (gitanismo), de diquelar: percatarse de algo o de las intenciones de alguien.

Adamado. Se aplica al hombre delicado como una mujer. Voz fina. Voz de eunuco.

Perdulario. Hombre vicioso y descuidado.

Canguelo. Vulgarmente, miedo. No tenga usía canguelo.

Camastrón. Se aplica a una persona astuta y con mucha experiencia.

Enfurrunque. Enfadarse suavemente o por mimo.

Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día -dicen- se acuestan sin haber aprendido algo nuevo. Hay otros, en cambio, que nunca se hartan de ignorar. No se duermen tranquilos sin averiguar que ignoraban profundamente algo que  creían saber. Dice Machado en su libro Juan de Mairena.