Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 16 de abril de 2020

Cuidado con el "babuvismo" a la española


Estaba a punto de entrar en un centro de ayuda de alimentos cuando fue abordada por una reportera de televisión. La mujer era ejemplo vivo de quienes viven la amargura de no poder darle de comer a los suyos en la medida exigible. En su cara se reflejaba la aflicción de las personas vergonzantes. Es decir, de las que por vergüenza no piden limosnas públicamente. Su respuesta fue tan contundente como desgarradora: "Tengo hijos que están pasando hambre". 

Un ramalazo de pena se apoderó de mí durante unos minutos. Los justos para intentar olvidarme de una escena dramática que se repite a cada paso en nuestras ciudades. De no haberlo hecho así, estaría abocado a vivir mucho tiempo con esa pesadumbre. La misma que se instaló en mí entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado y que aún perdura en mi memoria. Y todo porque reinaba el hambre canina en mi barrio. La que yo no padecí...

Pero, tres horas después de haber escuchado las declaraciones de la mujer vergonzante, he caído en la cuenta de cómo el miedo al coronavirus se unirá muy pronto al pánico de los parados por la crisis económica que se avecina. Y, a renglón seguido, me he percatado de que el comunismo tendrá el camino trillado para hacer de su capa un sayo. Debido a que es harto conocido que los comunistas suelen aprovecharse de las situaciones extremas de pobreza y desigualdades, y del resentimiento por todo esto.

Y he acudido presto a releer en el Tomo II de Historia de las Ideas Políticas, algo relacionado con la doctrina "babuvista" en Francia. El "babuvismo" debe su nombre a François Babeuf. El "babuvismo" es, más que una doctrina, una técnica de agitación, un plan de sublevación. Es, en primer lugar, una reacción ante la miseria y el hambre. La revolución francesa es "la guerra declarada entre los patricios y los plebeyos, entre los ricos y los pobres".

Babeuf plantea así el problema de la lucha de clases. Afirma que los gobernantes hacen una política de clase, y el Manifiesto de los iguales mantiene que la revolución política no es nada sin la revolución social. Este igualitarismo conduce al comunismo. El comunismo de los babuvistas es un comunismo de la distribución. Quieren proscribir no sólo el lujo, sino toda apariencia de desigualdad, salvo -escribe Sylvain Maréchal- las de edad y sexo. Apenas se preocupan por la producción

El comunismo de Babeuf resultó inaplicable en sociedades complejas en vía de industrialización. Su doctrina miraba hacia un pasado de inspiración romana: Babeuf se llamaba Graco, y uno de sus hijos, Cayo. Los babuvistas desconfiaban de la inteligencia y de los intelectuales. Sylvain Maréchal llega a exclamar: "¡Perezcan todas las artes si es necesario, a condición de que nos quede la igualdad!". Para instaurar el comunismo cuenta con un Gobierno fuerte y con la ayuda del ejército.

El "babuvismo" es una doctrina autoritaria y centralista. El "babuvismo", según Maxime Lerroy, es una "combinación de autoritarismo y de asistencia social". Es cierto que el Manifiesto de los iguales comparaba la sociedad futura con un "hospicio". Sin embargo, es la primera doctrina indiscutiblemente comunista que descansa sobre una organización política y que no es tan sólo el sueño de un filósofo. Tiene, por tanto, su importancia cierta en la historia de las doctrinas políticas. Cuidado con ella...




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