He dicho no pocas veces que yo carezco de ideas políticas. Lo cual me ha permitido cambiar mi voto cada vez que lo he creído conveniente. En las últimas elecciones decidí concedérselo al Partido Socialista Obrero Español. Tal vez porque me molestó la persecución a la que estaba siendo sometido Pedro Sánchez por parte de la vieja guardia socialista. Aunque de haber sabido que acabaría pactando con Pablo Iglesias no le habría votado.
Es verdad que la coalición PSOE y Unidas Podemos pudo ser evitada, en su momento, por el Partido Popular y Ciudadanos. Pero ambos, desgraciadamente, decidieron anteponer los intereses de sus partidos al de los españoles. El primero sigue sin dar muestras evidentes de reverdecer sus lauros, y el segundo lo pagó en las urnas. Y lo peor de todo es que contribuyeron a que Pablo Iglesias forme parte de un Gobierno al cual está intoxicando con planes comunistas.
El líder de Unidas Podemos es el mejor aliado que tienen los independentistas. Forma de proceder nada extraña en el comunismo. Aunque es bien sabido que los comunistas siempre se han valido de esa atracción mutua para ser traidores en el momento cumbre. Del que siempre han salido perdiendo los independentistas. Repasen la historia de Luis Companys... El señor Iglesias no cesa de calificar a los españoles de malos y buenos: los primeros son los que más tienen; los segundos, los que menos. Divide y vencerás. Táctica tan añeja como eficaz para lanzar a unos contra otros.
El vicepresidente hace nada que recurrió a un medio 'amigo' para recordarnos lo mucho que está sufriendo por las personas necesitadas, y nos confesaba que es propietario de un casoplón que cuenta con muchos metros cuadrados y donde sus hijos pueden disfrutar del césped y de la piscina. Y lo aireó con compungimiento. Sólo le faltó decirnos lo mucho que deseaba prescindir de esos lujos sólo al alcance de los ricos que tanto les gusta hacer ostentaciones.
El vicepresidente, señor Iglesias, no cesa de recomendarnos el confinamiento. No obstante, él sigue yendo de un lado para otro. Mientras que los medios de comunicación nos siguen diciendo que Irene Montero sigue dando positivo... Es decir, que en tiempos tan peligrosos para la salud de toda la ciudadanía, él se aferra al viejo refrán: Haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga...
Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno y otros cargos, no dudará, como buen comunista que es, en seguir dirigiendo nuestras vidas mientras se lo permita quien vive en La Moncloa. Tratará de imponer la censura en los medios no afines a sus ideas... Para que prime en España un pensamiento único. Y a partir de ahí lo demás es pan comido. Incluso podríamos disfrutar de las cartillas de racionamiento y hasta del aceite de ricino.
Aunque si Pedro Sánchez (a quien voté por estar convencido de que era un tipo valiente, lleno de vitalidad y ganas de servir a España) no le corta las alas al vicepresidente, también conocido por el sobrenombre de El Coleta, no sería nada extraño que surgiera una sociedad civil en contrapeso para poder pararle los pies al susodicho.
Es verdad que la coalición PSOE y Unidas Podemos pudo ser evitada, en su momento, por el Partido Popular y Ciudadanos. Pero ambos, desgraciadamente, decidieron anteponer los intereses de sus partidos al de los españoles. El primero sigue sin dar muestras evidentes de reverdecer sus lauros, y el segundo lo pagó en las urnas. Y lo peor de todo es que contribuyeron a que Pablo Iglesias forme parte de un Gobierno al cual está intoxicando con planes comunistas.
El líder de Unidas Podemos es el mejor aliado que tienen los independentistas. Forma de proceder nada extraña en el comunismo. Aunque es bien sabido que los comunistas siempre se han valido de esa atracción mutua para ser traidores en el momento cumbre. Del que siempre han salido perdiendo los independentistas. Repasen la historia de Luis Companys... El señor Iglesias no cesa de calificar a los españoles de malos y buenos: los primeros son los que más tienen; los segundos, los que menos. Divide y vencerás. Táctica tan añeja como eficaz para lanzar a unos contra otros.
El vicepresidente hace nada que recurrió a un medio 'amigo' para recordarnos lo mucho que está sufriendo por las personas necesitadas, y nos confesaba que es propietario de un casoplón que cuenta con muchos metros cuadrados y donde sus hijos pueden disfrutar del césped y de la piscina. Y lo aireó con compungimiento. Sólo le faltó decirnos lo mucho que deseaba prescindir de esos lujos sólo al alcance de los ricos que tanto les gusta hacer ostentaciones.
El vicepresidente, señor Iglesias, no cesa de recomendarnos el confinamiento. No obstante, él sigue yendo de un lado para otro. Mientras que los medios de comunicación nos siguen diciendo que Irene Montero sigue dando positivo... Es decir, que en tiempos tan peligrosos para la salud de toda la ciudadanía, él se aferra al viejo refrán: Haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga...
Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno y otros cargos, no dudará, como buen comunista que es, en seguir dirigiendo nuestras vidas mientras se lo permita quien vive en La Moncloa. Tratará de imponer la censura en los medios no afines a sus ideas... Para que prime en España un pensamiento único. Y a partir de ahí lo demás es pan comido. Incluso podríamos disfrutar de las cartillas de racionamiento y hasta del aceite de ricino.
Aunque si Pedro Sánchez (a quien voté por estar convencido de que era un tipo valiente, lleno de vitalidad y ganas de servir a España) no le corta las alas al vicepresidente, también conocido por el sobrenombre de El Coleta, no sería nada extraño que surgiera una sociedad civil en contrapeso para poder pararle los pies al susodicho.
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