Desde hace no pocos años se viene hablando de cómo los equipos filiales están compuestos por jugadores tan jóvenes como inestables e inexpertos. De ahí que les sea muy difícil salir del pozo de la Tercera División y de la Segunda División B. Categorías en las cuales militan futbolistas con el oficio más que aprendido. Cada vez que yo he participado en una tertulia en la cual se ha mencionado el asunto, me he acordado de Rafael Campanero Guzmán.
Gran empresario y un apasionado del fútbol hasta límites insospechados. Yo lo conocí cuando la década de los cincuenta estaba tocando a su fin y ya formaba parte de la historia del fútbol cordobés. La cual se iría agrandando sin cesar. Fue en octubre de 1959 cuando don Rafael me recibió en su despacho de las oficinas del Real Club Deportivo Córdoba, que estaba domiciliada en la calle de la Plata. Tras la charla de rigor, allí firmé mi contrato como jugador del Atlético Cordobés: filial de un equipo cuyas aspiraciones eran el ascenso a Primera División.
Esa misma tarde me fue presentado Francisco Calzado Ferrer, más conocido por el sobrenombre de Litri; empleado del club, cuya bondad no tenía fin. Y de quien recibí todos los consejos necesarios que necesitaba mi edad. Al día siguiente, me presentaron a Morenito, entrenador del filial. Y a todos mis compañeros. Y lo primero que me llamó la atención es que salvo Manolo Oviedo, que había nacido en el mismo año y mes que yo, o sea, que tenía dieciocho primaveras, los demás pasaban de los veintitantos.
Casi todos los jugadores del Atlético Cordobés, de aquella época, estaban capacitados para jugar en el primer equipo y, por tanto, en otros equipos de superior categoría. Nominaré solamente a Martínez, Dieguito, Egea, Oviedo, Palacios y Ruiz. Y si ellos les cerraban el paso a los más jóvenes que aspiraban a jugar en el filial, es porque no contaban con ellos en el primer equipo. Debido a que los entrenadores de la época confiaban ciegamente en la experiencia que aportaban los futbolistas veteranos.
Así se comportaba Roque Olsen en aquella temporada. Dado que contaba con una plantilla repleta de futbolistas procedentes de Primera División. He aquí algunos nombres: Benegas, Simonet, Navarro. Tini, Onaindía, Mingorance, Homar... Y sobre todo la estrella del equipo: José Paz El Chuli. Es decir, que sucedía todo lo contrario a lo que viene ocurriendo desde hace ya bastantes años. Que en los filiales prima la juventud y la hacen jugar frente a equipos que se nutren de veteranos.
Ahora bien, el futuro de los jóvenes que juegan en los filiales, es mejor que otrora... Y me explico: a quienes no logran jugar en el primer equipo -Atlético, Madrid, Barcelona, Athletic...-, que son muchísimos, por no decir casi todos, siempre les queda el consuelo de saber que, llegado su momento, habrá varios clubes pujando por hacerse con sus servicios. Y es así, sin duda alguna, porque los entrenadores de equipos menos encopetados tampoco exigen el carné de veteranía, basado en haber celebrado muchos cumpleaños, como una cualidad indispensable para jugar tanto en La Liga Santander como en la conocida como SmartBANK.
Esa misma tarde me fue presentado Francisco Calzado Ferrer, más conocido por el sobrenombre de Litri; empleado del club, cuya bondad no tenía fin. Y de quien recibí todos los consejos necesarios que necesitaba mi edad. Al día siguiente, me presentaron a Morenito, entrenador del filial. Y a todos mis compañeros. Y lo primero que me llamó la atención es que salvo Manolo Oviedo, que había nacido en el mismo año y mes que yo, o sea, que tenía dieciocho primaveras, los demás pasaban de los veintitantos.
Casi todos los jugadores del Atlético Cordobés, de aquella época, estaban capacitados para jugar en el primer equipo y, por tanto, en otros equipos de superior categoría. Nominaré solamente a Martínez, Dieguito, Egea, Oviedo, Palacios y Ruiz. Y si ellos les cerraban el paso a los más jóvenes que aspiraban a jugar en el filial, es porque no contaban con ellos en el primer equipo. Debido a que los entrenadores de la época confiaban ciegamente en la experiencia que aportaban los futbolistas veteranos.
Así se comportaba Roque Olsen en aquella temporada. Dado que contaba con una plantilla repleta de futbolistas procedentes de Primera División. He aquí algunos nombres: Benegas, Simonet, Navarro. Tini, Onaindía, Mingorance, Homar... Y sobre todo la estrella del equipo: José Paz El Chuli. Es decir, que sucedía todo lo contrario a lo que viene ocurriendo desde hace ya bastantes años. Que en los filiales prima la juventud y la hacen jugar frente a equipos que se nutren de veteranos.
Ahora bien, el futuro de los jóvenes que juegan en los filiales, es mejor que otrora... Y me explico: a quienes no logran jugar en el primer equipo -Atlético, Madrid, Barcelona, Athletic...-, que son muchísimos, por no decir casi todos, siempre les queda el consuelo de saber que, llegado su momento, habrá varios clubes pujando por hacerse con sus servicios. Y es así, sin duda alguna, porque los entrenadores de equipos menos encopetados tampoco exigen el carné de veteranía, basado en haber celebrado muchos cumpleaños, como una cualidad indispensable para jugar tanto en La Liga Santander como en la conocida como SmartBANK.
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