Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 4 de abril de 2020

Catolicismo a la española

Por mor de las lluvias o de las inclemencias del tiempo, muchas han sido las veces que hemos visto llorar a muchas personas por la suspensión de las procesiones. Llanto más acusado entre los cofrades cuyos pasos se hayan visto obligados a quedarse dentro del templo. Tras esperar con verdadera pasión la llegada de la Semana Santa para lucir sus imágenes. Lloros que hemos comprendido. En esta ocasión, sin embargo, no creo que haya motivos para la aflicción. Dada la gravedad de la causa por la cual las autoridades han creído conveniente impedir ese desfile callejero.

En esta primavera, ya maldita, todos los afligimientos y desconsuelos deben estar encaminados hacia las personas que han perdido la vida. Es el momento de que los verdaderos creyentes invoquen a todos los santos de su devoción para que el virus asesino sea devuelto a su redil. Pues de seguir así, mucho me temo que las cifras de fallecidos sigan aumentando hasta que el pánico cunda en todos los rincones al son de España es la mejor... Pero de lo que yo quería hablar es del catolicismo a la española. Así que perdonen la digresión.

En estos días de Semana Santa es cuando uno vuelve a darse cuenta de cómo es el catolicismo a la española. Ese catolicismo especial que no puede compararse con el de cualquier inglés, francés o alemán. Por ejemplo: Cervantes, en una de sus novelas -Rinconete y Cortadillo-, nos ofrece este diálogo.

-¿Es vuesa merced por ventura ladrón?

-Sí -respondió él-. Para servir a Dios y a tan buenas gentes.

Del mandamiento "No matarás", el católico español es retratado así en un capítulo de Los siete pecados capitales de Fernando Díaz-Plaja. En unas memorias del siglo XVII cuenta el protagonista que su enemigo derribado le gritó: "No me mates, por la Virgen del Carmen". Y él contestó: "Has tenido suerte... Has nombrado a mi virgen y eso te salva. Si apelas a otra, no sales vivo".

Como verán ustedes, ambas anécdotas nos retratan como católicos especiales a una mayoría ciudadana de una España tenida por tradicionalmente católica.

Durante los años de postguerra, cuando el hambre azotaba nuestras calles y los tísicos eran legión y muchas mujeres hacían de la prostitución un medio de vida, se veía a éstas rezando a Dios en las iglesias cercanas a sus barrios antes de hacer la carrera, para que el negocio les saliera bien. Así lo cuenta Díaz-Plaja en los Siete pecados capitales. Libro ya citado.

Hay católicos que nunca han sentido la necesidad de leer un solo pasaje de la Biblia y que se han ido conformando, si acaso,  con las cuatro cosillas de andar por casa. Llámese plática o sermón del cura de su parroquia y el repaso del catecismo durante los años escolares. Y que en llegando esta Semana de Pasión se lanzan a las calles dispuestos a llorar, si es preciso, ante las imágenes. Todos ellos poseídos, sin duda, por la fe del carbonero.




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