Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 23 de junio de 2020

Año bisiesto, año siniestro.


Griegos y romanos creían en la buena o mala suerte. Así que la superstición de ambos pueblos caló hondamente entre nosotros. Aunque declararse supersticioso no está bien visto. Incluso te expones a que salga alguien dándote una conferencia sobre la razón y la ciencia. En mi caso, yo siempre he creído que existe el bajío: Sino, buena o mala suerte de una persona: "No nombres ese bicho que tiene mal bajío", se dice en la provincia gaditana. 

Hay personas que llevan la mala suerte a cuestas. Y que la portan para desgracia de cuantos se relacionan con ellas, o les encargan cualquier cometido. La vida me ha demostrado que haberlas las hay. Entre gafes, cenizos, aguafiestas y demás adjetivos con se califican a quienes se hacen acreedores a ellos, descubrí yo, leyendo a Jaime Campmany, que el peor de todos es el de manzanillo. Por que éste arruina la existencia de los demás mientras que él sigue dándose la gran vida. No conviene mencionar a nadie. Ser tenido por gafe es peor, ¡dónde va a parar!, que cualquier otro sambenito. 

Pero hoy, más que de cenizos y manzanillos, que los hay a manojos, nos vamos a referir a los años bisiestos. Para una persona desgraciada, todos los años son bisiestos. Cuando la realidad es que febrero suele contar con un día más cada cuatro años. Yo recuerdo que muchos fueron difíciles, sórdidos, retorcidos... Los cuales hicieron honor a su mala fama. Pero me faltaría espacio si me pusiera a enumerar las desgracias ocurridas durante esos períodos de tiempo. 

2020 está siendo horrible. Desde febrero, todo ha transcurrido como una película de terror que no cesa. Hemos visto cómo un virus mataba a discreción y sembraba el pánico por doquier. Hemos asistido a una lucha por la supervivencia sin medios en hospitales y poniendo en peligro la vida de los profesionales de la medicina. Hemos sentido la muerte de miles y miles de compatriotas. Hemos comprobado que las personas mayores han sido tratadas como si fueran ceros a la izquierda. Y hemos soportado estoicamente un confinamiento duro y largo. Y, desde luego, se ha demostrado que el descrédito que se le atribuye a los políticos es más que merecido.  

Dado que el COVID-19, al parecer, ha decidido recuperar energías para atacar de nuevo con mas virulencia, bien harían nuestros gobernantes en aprovechar la tregua concedida por la infección para tomar las decisiones oportunas... A fin de que la pandemia no vuelva a pillarnos en bragas. De no ser así, 2020 podría aumentar su ya bien ganada fama de ser el año bisiesto más horripilante de nuestra historia. Como para no ser supersticioso... 





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