A veces conecto con Real Madrid TV para ver algunos partidos de Competiciones europeas que le dieron prestigio, popularidad y fama al equipo blanco. Y los veo como si el comienzo del siglo XXI estuviera a la vuelta de la esquina. Y sobre todo me permiten recrearme en actuaciones que durante las retransmisiones en directos, tal vez atenazado por los nervios lógicos de mi ser madridista, no aprecié en su justo valor.
La Liga de Campeones de la UEFA 2001-02 y la Supercopa de la misma temporada han sido los últimos encuentros que he visto durante la semana que está dando las boqueadas. La primera final fue contra el Bayer Levercusen en el Estadio Hampden Park de Glasgow y la segunda frente al Feyenoord en el Luis II de Mónaco. Se trataba, como ustedes ya saben, de aquel Madrid de Hierro, César Sánchez, Casillas, Helguera, Figo, Michel Salgado, Solari, Morientes, Roberto Carlos, Raúl, Zidane, McManaman y sobre todo Makelele.
De Makelele cabe decir que fue el mejor ejemplo que tuvieron todos los centrocampistas defensivos que fueron destacando a partir de entonces. Nunca antes se había visto a un jugador capaz de sacrificarse en el terreno de juego en la medida que lo hacía él para que sus compañeros pudieran rendir más. Corría y corría y seguía corriendo todo el tiempo sin dar muestras de cansancio ni de sentirse explotado por quienes se lucían regateando o marcando goles. Era, sin duda, la pieza clave para mantener el equilibrio entre líneas de un equipo anárquico cuando tocaba defender.
Makelele, además de su espíritu de sacrificio, tenía aguzado el sentido de la colocación. Veía, por su posición retrasada, todo el fútbol de cara y dirigía todas las acciones defensivas. Espectaculares eran sus basculaciones para cubrir los espacios libres y ahogar la salida con balón del equipo contrario. Robaba balones a granel. No se tomaba el menor respiro. Cierto es que su secreto radicaba en ocultar sus defectos. Así que procuraba siempre pasar el balón al primer toque y al compañero más cercano o más hábil para salir del atolladero.
Los hay que comparan a Makelele con Casemiro. Y no se parecen en nada. El segundo es un extraordinario mediocentro que carece de la movilidad que tenía el francés y también de su velocidad y resistencia aeróbica. Aunque maneja mejor el balón y su corpulencia le permite ser contundente en ambas áreas. El brasileño tiene disparo desde la media distancia y arriesga en ataque. Últimamente, tal vez porque anda sobrado de confianza, Casemiro viene cometiendo errores graves cuando saca el balón jugado desde atrás. Lo cual demuestra que el exceso de seguridad tampoco es recomendable.
Makelele, además de su espíritu de sacrificio, tenía aguzado el sentido de la colocación. Veía, por su posición retrasada, todo el fútbol de cara y dirigía todas las acciones defensivas. Espectaculares eran sus basculaciones para cubrir los espacios libres y ahogar la salida con balón del equipo contrario. Robaba balones a granel. No se tomaba el menor respiro. Cierto es que su secreto radicaba en ocultar sus defectos. Así que procuraba siempre pasar el balón al primer toque y al compañero más cercano o más hábil para salir del atolladero.
Los hay que comparan a Makelele con Casemiro. Y no se parecen en nada. El segundo es un extraordinario mediocentro que carece de la movilidad que tenía el francés y también de su velocidad y resistencia aeróbica. Aunque maneja mejor el balón y su corpulencia le permite ser contundente en ambas áreas. El brasileño tiene disparo desde la media distancia y arriesga en ataque. Últimamente, tal vez porque anda sobrado de confianza, Casemiro viene cometiendo errores graves cuando saca el balón jugado desde atrás. Lo cual demuestra que el exceso de seguridad tampoco es recomendable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.