Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Guerra de trincheras

Fructuoso Miaja -concejal, senador y alcalde de Ceuta- dice en sus memorias que estuvo en el frente del Jarama y en el de la Cuesta de la Reina.

Yo procuraba compartir trincheras con quienes tuvieran más o menos mis ideas. Para conseguirlo había que recorrer distancias largas. En el Frente Popular se producían grandes divisiones. Los comunistas y los anarcosindicalistas se tiraban al degüello. Entre los socialistas existía una pugna constante entre los partidarios de Indalecio Prieto y de Largo Caballero. Y qué decir del odio que se profesaban las dos versiones del comunismo: el ortodoxo y el POUM. 

Al principio de la guerra comunistas y anarquistas se acusaban de estar al servicio del fascismo. Lo que propició la muerte de muchas personas de ambos bandos. Se miraba a los oficiales con recelo. Porque los militares profesionales gozaban de poca simpatía entre los milicianos. Menos mal que tuvimos la suerte de contar con Rojo y Miaja, dos extraordinarios generales. El primero era muy imaginativo en el campo de batalla. El segundo, en cambio, gozaba de una tranquilidad y aplomo que asombraba. 

Era Miaja, además, un profesional apolítico y un símbolo de la resistencia de la capital. Hasta el punto de que allí existía un espíritu de combate defensivo, que hacía mucha mella en el avance de los rebeldes. Lo cual hizo posible que el No pasarán se convirtiera en una consigna permanente y mucho más efectiva que anteriores consignas revolucionarias.

Mi opinión, por más que hayan pasado tantos años, no ha cambiado en absoluto: los comunistas fueron culpables de muchos de los problemas que sembraron el desconcierto en el Frente Popular. Ellos querían continuar la guerra a todo trance. Orientados desde Moscú y a favor de la política exterior que le convenía a Rusia. En tanto que los anarquistas queríamos ganar la guerra y también que se produjera una revolución social que la República ni tuvo tiempo ni tampoco parecía dispuesta a emprender. Estoy refiriéndome a una revolución que emprendiera las colectivizaciones. 

Los italianos tuvieron que correr de lo lindo en el frente de Madrid. Y eso que llegaron entusiasmados con su intervención en Málaga. Asimismo contuvimos a las tropas africanas. Aun así, a pesar de todo eso y del magnífico trabajo de los generales Rojo, Miaja y Cipriano de Mera -cuyos recelos a emprender el camino de la militarización se le pasó pronto-, la guerra estaba condenada a perderse. Y la perdimos.  

Yo estuve encuadrado voluntariamente en la Séptima Brigada Mixta. En ella alcancé el grado de Sargento de Sanidad. Fue en octubre de 1938. Cargo que desempeñé hasta que me hicieron prisionero en Orihuela. La guerra estaba tocando a su fin.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.