Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 31 de enero de 2021

Fructuoso Miaja habla en sus memorias de Fráiz

Francisco Fráiz se afilió al partido poco antes de las elecciones de 1977. Se le acogió muy bien. Hasta el punto de ser diputado en 1982 y, meses después, candidato a la alcaldía. Todo parecía ir sobre ruedas entre nosotros. Pero pronto surgieron envidias y ambiciones que causaron enfrentamientos entre compañeros. Aunque nunca pensamos en que pudieran producirse unos incidentes tan vergonzosos y que acabaron dañando la imagen del PSOE de Ceuta. Todo empezó porque Alejandro Curiel estaba designado como suplente de diputado para sustituir a Fráiz si éste ganaba las elecciones municipales. Como así fue. 

Alejandro había llegado a Ceuta en 1970. Procedente de Palencia. Y fue de los primeros en sumarse al proyecto de crear el Partido Socialista en Ceuta. El cual llegó a contar con cuatrocientos militantes. Si bien a la sede sólo asistían algo más de cien. Las más activas de las mujeres eran Teresa Catio y María Miaja. Ellas nunca quisieron, a pesar de la labor que desarrollaban, participar en la estructura orgánica.

Pero ya se vislumbraba el rompimiento entre los componentes del grupo municipal gobernante. El cual estaba formado por catorce concejales. Doce pertenecientes al PSOE y dos al Partido Nacionalista. El momento fatídico llegó con el anuncio de que cuatro concejales socialistas habían decidido formar un partido. Lo nominaron PSPC y terminaron dando un voto de censura a Fráiz. Creo, lo digo al cabo de muchos años, que Paco no valoró suficientemente a unos adversarios que se la tenían jurada. 
 
Y así, entre escándalos, llegó un jueves 27 de junio y se levantó el pleno teniendo a dos alcaldes. De modo que sería la Justicia, pasado un tiempo, la que le daría la alcaldía a Aurelio Puya. De esa manera se nos estropeó a los socialistas ceutíes, en gran parte, la alegría por el arrollador triunfo del 28 de octubre de 1982. Y, naturalmente, se quebró la unidad de un partido que nunca se recuperó de aquel desgaste...


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