Fructuoso Miaja -concejal, senador y alcalde de Ceuta- cuenta en sus memorias lo ocurrido meses antes de celebrarse las elecciones generales de 1977. Los militantes del PSOE en Ceuta mantuvimos la primera reunión. Lo hicimos en un restaurante y, aunque la directiva era provisional, se leyeron los discursos que correspondieron a Paco Vallecillo, como secretario de organización, y a mí, como presidente del partido.
Me dirigí a los concurrentes a la cena con el clásico Salud y Libertad. Y me acordé de los compañeros que habían sido perseguidos y muertos. Estaba visto que aún había residuo de un pasado que se negaba a que España pudiera vivir en paz y democracia. Hablé sobre el miedo. Ese miedo que a mí me había atenazado muchas veces. Al cual había que desterrar luchando por una España mejor.
Sentíamos los socialistas la necesidad de salir ya de la clandestinidad. Una experiencia amarga y penosa. Y animé a los compañeros para que celebraran con alegría tan buena nueva. No era para menos, después de haber estado 40 años reprimidos. Aquel Congreso, pleno de serenidad y carente de revancha, fue todo un acontecimiento de trascendencia histórica. Hubo grandes titulares en los periódicos y hasta la prensa extranjera nos dedicó atención.
Nos prometimos, eso sí, no prestarles atención a los provocadores y hacer de la serenidad el mejor ejercicio con que corresponder a los apasionados reaccionarios. Todavía suelo acordarme de la emoción que sentimos todos los asistentes al acto. El cual cerró Paco Vallecillo, como secretario de organización, dando cuenta de las muchas dificultades que los socialistas encontraríamos. No será un camino de rosas, dijo. Y a fe que Paco estaba dando en el clavo.
El acto de afirmación socialista lo celebramos en el cine Astoria. Tengo la fecha apuntada en un papel que ya está amarillento... Aquí está... Fue el 21 de abril de 1977. En el acto intervinieron Alfonso Guerra y Rafael Ballesteros, secretario de organización y vocal, respectivamente del Comité Ejecutivo Nacional del PSOE. Volví a pronunciarme, como presidente de la Federación Provincial, con palabras adecuadas al momento: nada de revanchismo y sí muchos deseos de reconciliación. Porque sabíamos de antemano que nos estaban midiendo en todos los aspectos.
Necesitábamos echar mano de la serenidad en todos los momentos, por difíciles que fueran. Intenté hacer un discurso de concordia y tranquilidad; evitando cualquier tipo de declaración capaz de herir susceptibilidades entre los ganadores de la guerra. Y es que había que olvidarse de comentar el pasado si queríamos salir adelante en el mejor presente. Poco después me eligieron como candidato a diputado.
Las elecciones se celebraron el 15 de junio. Los socialistas acudimos a esas elecciones bajo el siguiente lema: La libertad está en tu mano. Los de la UCD sacaron 8.804 votos. El PSOE obtuvo 7.886. Nos llevamos cierta decepción... Pero pronto reconocimos que los resultados no estaban nada mal para empezar. Nos quedaban cuatro años por delante, y todas las esperanzas puestas en que la situación iba a ser muy distinta en 1982.
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