Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 15 de febrero de 2021

La vacuna para los mayores de 80 años

El pasado día doce más uno, sábado por más señas, acudí a la cita que tenía, por ser mayor de ochenta años, para ser vacunado contra el coronavirus. El espacio dispuesto para la vacunación era un salón del edificio municipal. Los convocados estuvimos esperando turno en el pasaje de Gómez Marcelo, guardando la distancia correspondiente y buscando cobijo en la sombra para evitar el sol de mediodía. A fin de pasar la medición de la temperatura corporal.    

Cerca de donde yo estaba aguardando a que los sanitarios mencionaran mi nombre para adentrarme en el ahora conocido como Palacio de la Asamblea Autonómica, oí la siguiente conversación entre dos señoras que hablaban sobre la cantidad de muertes que la dichosa enfermedad estaba causando. Una de ellas se expresaba así: "Yo me tomo con calma la idea de la muerte, pero no me resigno. ¿Por qué tengo que morir si estoy bien en este mundo? Un libro que leer, una conversación agradable, escuchar música, abrazar a mis nietos, bañarme en El Chorrillo, tomar el sol. Existen tantas cosas agradables."

Aquella mujer hablaba con entusiasmo de la vida; una vida, seguramente, no exenta de problemas y dificultades en alguna que otra época. Pues no creo que a su edad haya vivido en todo momento aliada con la felicidad terrenal. Sus palabras no recibieron respuesta alguna -al menos yo no la oí- de su interlocutora. Tal vez porque ésta, con porte de mujer con cierto bagaje cultural, estaba al tanto de la frase con que Teresa de Ávila se dirigió a sus hijas del Carmelo:
 
 -Si no os determináis a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haréis nada.
 
La enfermiza y enérgica monja sabía muy bien de lo que estaba hablando. Dado que entonces se moría muy joven y a este mundo se venía a pasar un weekend . Y además había que privarse de muchas cosas si se quería disfrutar de ese lugar -paradisíaco- conocido como el más allá. El más allá ha estado siempre aquí. Y no todos lo hemos disfrutado como hubiésemos querido. Aun así, yo acudí presuroso a ponerme la primera dosis de la vacuna con el fin de aguantar aquí todo lo que pueda. Como esa señora con la que coincidí en el pasaje de Gómez Marcelo.

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