El Villarreal supo jugarle a un Madrid mediocre y mal situado en el campo. Con la posesión del balón le bastó al conjunto amarillo para que se vieran las debilidades de los locales. Y a punto estuvieron los hombres dirigidos por Emery de marcar dos goles en la primera parte. Pero, como ya es habitual, Courtois los evitó con dos grandes intervenciones. El conjunto merengue naufragó debido a que trató, sin orden ni concierto, de presionar a su rival para que no sacara el balón jugado desde atrás. Al atosigamiento iban dos o tres jugadores mientras siete se quedaban a una legua de distancia.
Valverde y Nacho dieron todo un curso de cómo no se debe actuar como lateral. Pésimo partido de ambos. Tanto en defensa como en ataque. Fueron desbordados constantemente por Yeremi Pino y Danjuma. En el centro del campo, una vez más, Casemiro jugó en una zona neutra y de ello se aprovecharon Capoue y Coquelan. Mientras que Parejo se limitaba a cubrir el expediente. Asensio volvió a caer en la indolencia. Partido decepcionante del mallorquín. Lo cual no por esperado deja de ser lamentable. Durante cuarenta y cinco minutos el Madrid naufragó. Menos mal que Courtois, Militâo y Alaba no perdieron el oremus.
En la segunda parte, recurriendo al entusiasmo, el Madrid fue a más. Pero sin tener sus jugadores las ideas claras. Y, desde luego, nunca logró hacerse con el dominio del centro del campo. Los cambios ordenados por Ancelotti no resolvieron nada. Si acaso funcionó la mayor actividad que generó Camavinga jugando a un toque y buscando siempre aumentar el ritmo de juego. El Villarreal, con su tiqui-taca mejorado en cuanto a practicidad, además de empatar a cero en el Bernabéu, ha aireado con su juego las carencias del Madrid. Que son muchas y muy difíciles de corregir en un amén. Lo cual debería inquietar muchísimo a Carlo Ancelotti.
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