Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 25 de octubre de 2021

Espectáculo para la hora de la digestión

Es el título de un artículo de Cela que se publicó en la revista Mundo de Barcelona, como muchos otros, durante cincuenta y tres semanas, y que fueron impresos en libros. Los cuales vieron la luz a principios de la década de los noventa. Hoy, leyendo el número 23 de la colección, donde viene Espectáculo para la hora de la digestión, don Camilo José escribe de la televisión de entonces con tanta sorna como verdad.

La televisión nos ofreció la otra tarde, a la hora del café, un espectáculo insólito y quizá no del todo digestivo: la matanza del cerdo según las más modernas y científicas y estremecedoras técnicas. El matarife sonreía a la cámara mientras afilaba el cuchillo, clavaba el cuchillo y limpiaba el cuchillo, al tiempo de sonar una música de fondo muy delicada y que más propia pareciera para un sarao en la brillante corte del Rey Sol. 

Curándose en salud, el locutor nos explicó a todos que el sacrificio del cerdo era un mal necesario, lo que no deja de ser muy sagaz advertencia. Confío -decía Cela- en que la televisión madure y llegue a ofrecernos el funcionamiento de un urinario público o la buena marcha del depósito de cadáveres. Cada día que pasa dudo menos de que la televisión es, en efecto, un vehículo de cultura..

Pues bien, cuarenta y tantos años después de lo escrito por don Camilo, tomemos un día cualquiera. Regresa una persona a su casa harto de trabajar y, durante la cena, tiene que tragarse la subida del precio de la luz y del trigo. La tragedia del volcán de la isla de La Palma y las penalidades que están pasando los habitantes del lugar. Las melopeas cogidas por jóvenes reunidos en plena calle, sin mascarillas y sin guardar distancia alguna, y, por si fuera poco, amenazando a los agentes de la autoridad.

Cada dos por tres el hombre escucha atentamente que es muy probable que la Covid-19  mute en otro virus de peores intenciones. Y que el personal sanitario está asustado porque, además de ser poco, sigue sin tener los medios suficientes para combatirlo. Y, naturalmente, se acongoja ante tales noticias. Cambia de canal, pero que si quiere arroz... Pues lo que halla es a la señora del tiempo que anuncia lo peor para el día siguiente. En fin, que cae en la cuenta de que lo que existe es un auténtico concurso diario entre las diversas cadenas para ver cuál bate el récord de las malas noticias. 

¿Cómo sorprenderse, pues, de que sintamos una especial ternura por las cuestiones deportivas? Único terreno en el que, de vez en cuando, las gentes tienen un aire satisfecho. Porque si siempre existe un perdedor, forzosamente tiene que haber un ganador. O sea. 



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