Los desaciertos de Carlo Ancelotti

Ser entrenador de fútbol es muy difícil. Es una tarea que exige vivirla intensamente y por lo tanto apenas deja tiempo para festejar los momentos buenos. De la soledad de los entrenadores se ha escrito mucho. Pero nadie la conoce como quienes la viven o la han vivido. Ya sea dirigiendo a equipos grandes o medianos. Bien en la máxima categoría o en las siguientes. A todos les cambia el carácter. Lo único que les hace desiguales es la fama y la cuenta corriente.

Hace ya la tira de tiempo, más o menos tres o cuatro décadas, haber jugado en Primera División facilitaba muchísimo el acceder al cargo de entrenador en la principal categoría de nuestro fútbol. En no pocos casos, los elegidos llegaban sin haber aprendido el oficio en equipos cuyas carencias les obligaban a tomar decisiones sobre la marcha. Y, claro es, en los momentos complicados dependían siempre de la calidad de sus futbolistas. Así que fueron nominados como alineadores. Debido a que no eran capaces de cambiar el sino de un encuentro con sus intervenciones.

Carlo Ancelotti ha sido jugador destacado en equipos grandes e internacional sobresaliente con la selección de su país. Su historial como técnico es extenso y brillante. Por lo tanto, quien dude de sus conocimientos se expone, como mínimo, a ser motejado de tonto. Aunque tamaña biografía futbolística no es óbice para que algunas de sus decisiones sean censuradas en la misma medida que se ensalzan sus aciertos. 

Los desaciertos del técnico italiano se ven a una legua: se trata de no intervenir en situaciones peligrosas por confiar ciegamente en que serán resueltas por la calidad de sus jugadores. Hoy me limitaré a mencionar la que más está sufriendo el Madrid desde que empezó la temporada. Todo los equipos han decidido presionar a la defensa blanca, muy cerca de la portería, a fin de cortar de raíz que el balón salga jugado desde atrás. Lo cual les permite, además de adelantar líneas, aprovechar cualquier robo de la pelota con posibilidad de gol. 

Ante ese agobio insistente de los rivales no cabe asumir el riesgo continuo del pase corto en las inmediaciones del área, en absoluto; lo lógico sería contrarrestar esas acciones, de vez en cuando, como lo hacen los contrarios; es decir, adelantando las líneas y procurando que el saque largo de Courtois acabe con la presión y permita la oportunidad de gol en las segundas jugadas. Lo inexplicable es que de esa forma de proceder,  absurda  a todas luces, se hayan aprovechado ya varios equipos. El último ha sido el Athletic en San Mamés. Por mor de un desdichado pase de Casemiro en zona marcada en rojo.