El Madrid ha reforzado su plantilla con Rüdiger y Tchouaméni. El primero es central, zurdo, de reconocida valía. Internacional alemán, que llega procedente del Bayern de Múnich. El cual está a punto de cumplir treinta años. Edad que ni pintiparada para rendir sobradamente en el club blanco. Pues su experiencia y calidad le permitirán darle el regate preciso al conocido 'miedo escénico del Bernabéu'; esa jindama que produce el estadio cuando está abarrotado y expresa su disconformidad con los desaciertos. El segundo, internacional francés, es veinteañero y forma parte de esos pocos centrocampistas cuya condición física les permite correr, correr y correr con tino suficiente para convertirse en piezas fundamentales en el centro del centro del campo y asimismo en los costados.
Los técnicos del Madrid son conscientes de que Modric y Kroos están ya deslizándose por la ladera conducente a la retirada. Por más que sus actuaciones sean dignas de encomio. Así lo refrendaron la temporada pasada. En la que, a veces, necesitaron la ayuda de Camavinga. Cuya energía y facilidad de movimiento se impusieron en momentos cruciales de partidos que eran dominados por los adversarios. El secreto del internacional francés consistió en asumir la misión que se le encomendaba: Robar balones, marcar a la figura de la zona vital del contrario, pasar el balón al compañero mejor situado, y por supuesto aprovechar las conducciones y acabar las jugadas.
Eduardo Camavinga aborda su segunda temporada con la experiencia adquirida y con dos títulos ganados: La Liga y La UEFA Champions League. Casi nada... Y, sobre todo, sabiendo ya lo que no debe hacerse en el Madrid. Es el espejo en el cual ha de mirarse Tchouaméni. El fútbol ha evolucionado en todos los aspectos. Por ejemplo, el centro del campo ya no es esa zona donde dos corrían y uno se limitaba a recibir el balón e iniciar un rondo con sus compañeros más cercanos. El buen manejo del esférico es necesario, faltaría más; pero debe ir acompañado de trabajo constante: basculaciones, marcajes severos, anticipaciones y una voluntad de hierro.
Tampoco conviene echar en saco roto algo que venimos viendo cada vez más. Los mediocentros ya no son corpulentos y escudos de las defensas, escasos de movilidad y situados en espacios donde son localizados y sometidos tácticamente a la voluntad de sus oponentes. Deben valer para todo. Y aprovecharse de la posición que ocupan; por ser un mirador extraordinario para aconsejar a sus compañeros durante el juego. El Madrid sabe que Casemiro no da más de sí. Y que Modric y Kroos están cerca de la retirada. Y, por consiguiente, ha tomado la decisión de fichar a futbolistas jóvenes y modernos para reforzar su centro del campo. Primero fue Camavinga y ahora Tchouaméni. También confía en Valverde. Ahora bien, lo ideal sería que los citados futbolistas jugaran más. Lo cual no es fácil.
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