Morir con las botas puestas

Los partidos políticos constan de militantes cuyas ambiciones son muchas y todos, en la medida de sus posibilidades, harán verdaderos esfuerzos para que sus siglas consigan el poder y así tener acceso a cierto bienestar económico, político o social. Existen las luchas internas, los cabildeos, los chantajes, las calumnias, etcétera... Acciones deplorables que han de ser mantenidas para medrar. 

Si alguien permanece inactivo o piensa que "la política no es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa", está perdido. Es decir, que será un don nadie a quien sólo le cabe esperar que el alcalde, por ejemplo, le busque un empleo o coloque a la hermana o a la mujer, a la hija o al hijo y, posiblemente, a la cuñada. Cierto que las muchas intrigas, luchas intestinas, y ese tirarse a degüello de los propios pero rivales sirven también como prácticas para tenérselas tiesas con los adversarios de otras siglas. 

Juan Vivas lleva más de dos décadas rigiendo los destinos de esta ciudad. Y hasta ahora, además de ganar las elecciones por goleada, mantiene la sede del Partido Popular de Ceuta acorazada con personas que le han prometido fidelidad eterna. Y a fe que mantienen una disciplina rayana en la desmesura y a la que nadie se atreve a enfrentarse. 

Miento: Carlos Guerrero, mas de derechas que Fraga, hizo durante la pandemia unas declaraciones que le estaban pidiendo a gritos sus muchos seguidores: "Estoy dispuesto a presentarme a las elecciones de mi partido para ser candidato a la alcaldía". Y, claro es, algunos adictos a Juan Vivas lo pusieron como chupa de dómine. 

A mí, la verdad sea dicha, aquellos improperios me parecieron reprobables y merecedores de castigo. Lo que no sé es si, después de aquel ataque furibundo a su persona, Carlos Guerrero presentará su candidatura para tratar de acabar con un monterilla que está dispuesto a morir con las botas puestas.