Para ser entrenador del Sevilla hace falta tener tanto valor como esos toreros que actúan poco y se ven obligados a hacer limpieza de corrales. Es decir, a matar toros desechados por figuras del escalafón. Válgame la comparación, aunque sea tachada de odiosa, debido a que el equipo hispalense ha destituido a diez técnicos en apenas cinco o seis temporadas. El último ha sido José Luis Mendilibar: Guipuzcoano él y sin embargo con expresiones en su rostro que invitan a concederle el carné de artista del humor. De ahí que uno no sepa si está bromeando o se halla jurando en arameo.
Me van a perdonar el redoble de tambor por decir, una vez más, que a mí Mendilibar me cae la mar de bien. Dado que lo seguí durante su etapa como entrenador del Eíbar. Lo que no entiendo es cómo cedió en fichajes de jugadores que podían hacerle daño si osaba no concederles la titularidad deseada por los componentes de las decisiones técnicas del club hispalense. Siempre ávidos de darle al público los caprichos de futbolistas de la tierra aunque estén dando las últimas boqueadas balompédicas. Jesús Navas ha sido siempre un jugador ejemplar. Cuya cortedad se diluye en el terreno de juego.
Uno leyó, semanas atrás, que el jugador nacido en Villafranca y los Palacios hizo todo lo que pudo y más para que Sergio Ramos volviera al Sevilla. Y, claro, su Palabra fue de Rey. No cabe la menor duda de que Mendilibar no se atrevió a decir que nones a una operación que tenía visos de acabar como el rosario de la aurora. Y me explico: Jesús Navas era hasta entonces un prudente capitán pero incapaz, por su forma de ser, de hacerle la cama a nadie. Pero fortalecido por su amigo del alma se atrevió a poner en duda los conocimientos de Mendilibar cuando éste decidió cambiarlo en el partido frente al Rayo Vallecano. Y, para más inri, llegó el gesto de Fernando cuando fue sustituido.
Sergio Ramos es un gran futbolista, venido a menos por ley de vida. Eso sí, actuando como central diestro podría rendir todavía. Dado que en el lado siniestro su cintura chirría más que nunca. Ahora bien, en el lado derecho juega Jesús Navas y éste no está dispuesto a que le roben protagonismo por ese costado. El nuevo entrenador del Sevilla se llama Diego Alonso y fue nacido en Uruguay. Y a él le corresponde meter en cintura a quienes tratan de boicotear las ideas de los técnicos. De no hacerlo cuanto antes, es decir, deprisa y corriendo, podría durar en Sevilla menos que un suspiro.
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