Muchísimos jugadores aspiran a fichar por el Real Madrid. Aun a sabiendas de que esa suerte va acompañada de grandes sacrificios. Es decir, que las exigencias son máximas. Hasta el punto de que están obligados a rendir plenamente desde que se visten de blanco. Todos los días y fiestas de guardar. No basta con llegar con la aureola de figura consagrada; sino que deben mostrar su calidad continuamente. Kylian Mbappé dijo en el día de su presentación que soñaba con jugar en el equipo más laureado del mundo desde que era un niño. Sus declaraciones sentaron como un tiro en el París Saint Germain y hasta provocaron la ira del presidente de Francia.
Quien escribe recordó en su día que amén de ser una figura indiscutible del balompié es necesario que la Diosa Fortuna esté de su parte. Para llegar y besar el santo, es decir, para conseguir el éxito sin tardanza. Kylian Mabppé se percató enseguida de que jugar en el Santiago Bernabéu no es fácil. Y De hecho, no pocas veces hemos recordado lo mal que lo pasaron estrellas como Gento, Kopa y hasta Di Stéfano en sus comienzos. Y qué decir de Benzema... Y mentiría si no dijera que al Madrid ya no se le perdonan ni las derrotas lejos de su estadio. Aunque sea frente al Liverpool; equipo perteneciente al grupo de los grandes clubes mundiales.
Ayer por la noche el Madrid fue superado por el Liverpool en el mítico Anfield. Y conviene decir que gracias a Thibaut Courtois no encajó más goles. Tampoco es menos cierto que el penalti marrado por Mbappé le dio alas al conjunto inglés. Y causó la consiguiente zozobra en un jugador necesitado de confianza y afecto por parte de cuantos le rodean. Dado que es difícil que periodistas y aficionados no le recuerden que ayer no estaba Vinicius Juniór usurpando parte de su campo de acción que le impide desenvolverse como a él le gusta. En fin, ojalá que la estrella francesa recupere cuanto antes su confianza y vuelva a ser ese gran futbolista que era antes de llegar al Madrid.
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