Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.
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martes, 15 de diciembre de 2015

A mí me gustó el debate

Marx decía que la política era una ciencia. Y Maquiavelo, antes que Marx, la describía como un arte. Un arte más o menos marrullero, pero evidentemente sin escrúpulos, para conseguir primero y mantenerse después en el poder. Uno cree que Maquiavelo se acercó más a la realidad. Pues bien, la política como manipulación, como arte de engañar, seducir, maniobrar y, en definitiva, imponerse, no ha sufrido demasiados cambios e incluso se manifiesta más abiertamente.

La pasión de los políticos es el poder, y para conseguirlo tienen tendencia a dejar inmóvil, o insignificante al adversario. Así que no sé por qué está dando tanto que hablar el "indecente" de Pedro Sánchez en el debate celebrado ayer. Pues su ataque a Mariano Rajoy formaba parte de esa tragicomedia puesta en escena en la televisión. Y de la que ellos fueron actores. Aunque los más importantes, es decir, los asesores, estaban entre bambalinas.

Mariano Rajoy, digan lo que digan sus adversarios, cuenta con un bagaje político descomunal. Conviene recordarlo; fue ministro de Administraciones Públicas, luego de Educación y más tarde de Interior -casi nada-, después vicepresidente primero y también ministro de Presidencia,  y ahora está luchando para mantenerse como presidente.

Sin embargo, conviene reconocer que no puede llegarse normalmente a la cumbre del poder y conservar la integridad y entereza del propio ser, con la vitalidad necesaria, si ha ido uno sufriendo las mutilaciones de una larga carrera. Esa carrera de la cual presumió Rajoy ante Sánchez. Pero éste careció de reflejos suficientes para responder que, precisamente por tan prolija carrera, está ya más quemado que la pipa de un indio.

A mí, que no me gustan los debates, el de ayer me agradó sobremanera. Así que disfruté viendo como ambos políticos se tiraban los tiestos a la cabeza. Lo que no acabo de entender es por qué los comentaristas llevan desde entonces clamando contra el mal comportamiento del candidato socialista. El hecho me parece un ejercicio de hipocresía.

Resumiendo, prefiero la discordia permanente entre los que debaten, así como que se hable sin tapujos de la corrupción, tan grande mal, que oírles ofrecer el paraíso. Paraíso, siempre atractivo, a pesar de la escasa leyenda que tenemos de ese lugar. Y luego aferrarse a la máxima de Tierno Galván: "Las promesas electorales están hechas para no cumplirlas".

martes, 8 de diciembre de 2015

Soraya se comió un marrón

Ayer por la noche, viendo el 'Debate decisivo'. tan visto y celebrado, comprendí, una vez más, que ser hombre es más fácil. Lo mismo que es más fácil ser guapo que feo, sano que enfermo, inteligente que estúpido. Esto no significa que un cretino perezoso tenga una vida más interesante que una catedrática activa, diligente. Pero con capacidades semejantes, las oportunidades no son  totalmente iguales.

Quien así se expresa es una mujer inteligente, curtida en la política de partido, con quien mantengo unas magníficas relaciones y con la que suelo hablar mucho menos de lo que me gustaría. Así que le pregunto:

-¿Tú sigues convencida de que para realizarse profesionalmente y triunfar  en su vida personal, las mujeres necesitan más energía y más suerte que los hombres?

-Sin ninguna duda. Cierto es que hemos ido logrando objetivos que no hace mucho parecían inaccesibles. Pero todavía estamos condenadas a ser actrices secundarias cuando los hombres nos necesitan. ¿No viste el marrón que se comió Soraya Sáenz de Santamaría en el ya famoso debate de Atresmedia?

-Yo creo que no hizo más que cumplir con su obligación...

-Que no. Manolo, que no. Que Mariano Rajoy sabía perfectamente que él no da bien en la televisión como para enfrentarse a tres tíos jóvenes, guapos y sobrados además de telegenia. Entre ellos, no cabe la menor duda de que los tics, muecas y visajes del presidente del Gobierno se habrían hipertrofiados. No te olvides que el espejo de la pantalla lo recoge todo de manera impiadosa.

-A pesar de todo, querida amiga, no me negarás que la vicepresidenta salió airosa del espectáculo.

-En esos espectáculos, como tu dices, no es suficiente con salir airosa. Lo que cuenta es la seducción. Y Soraya no encandiló a nadie.  Y a mí, Manolo, como mujer, me hizo pasar un mal rato viéndola de pie, sin atril en el cual guarecerse, con unos tacones de aquí te espero, y sufriendo de lo lindo las inclemencias de tantos despropósitos que jugaron en su contra. En suma, imagino que Soraya Sáenz de Santamaría
será consciente de que el presidente le jugó una mala pasada. Y no hay más...